El exilio más corto de Yasir Arafat fue el definitivo. Abú Amar, el creador de la causa palestina, el enemigo más odiado por Israel, murió ayer en París de una enfermedad misteriosa, lejos de Palestina, y sin ver cumplido el sueño por el que luchó toda su vida: un Estado palestino independiente. Tras ser despedido por el presidente francés, Jacques Chirac, el cuerpo de Arafat llegó anoche a El Cairo, donde hoy recibirá un funeral de Estado antes de volver a Palestina.

"Abú Amar, eterno en el sentimiento palestino" titulaba su edición especial de ayer el diario Al Ayyam. Una gran foto del rais ilustraba la histórica portada y, en las páginas interiores, Arafat sonreía junto a líderes mundiales como Bill Clinton o el rey Juan Carlos. Cuando el diario empezó a ser distribuido en Ramala, hacía pocas horas que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) había informado de la muerte de Arafat, a las 3.30 de la madrugada en París.

EN LA MUKATA Horas después Ramala empezó a llorar las mismas lágrimas que esa Cisjordania mutilada por el muro y que esa franja de Gaza ensimismada en su propia miseria. Y los adolescentes empezaron a quemar neumáticos. Y la gente, poco a poco, se congregó en la Mukata y en la plaza de Manara, y empezaron los tiros al aire, el cierre de las tiendas y los gritos de "Yasir, Yasir, Yasir".

En la Mukata, Yasir Abed Rabbo, impulsor de los Acuerdos de Ginebra, anunció que la ANP ha decretado 40 días de luto. En El Cairo, el Gobierno de Hosni Mubarak ultimaba los detalles de un funeral de Estado al que la UE enviará a sus ministros de Exteriores. Para el entierro en Ramala --a donde el cadáver de Arafat llegará en helicóptero-- el máximo representante occidental previsto es el jefe de la diplomacia europea, Javier Solana.

Aunque en París, ayer, Arafat ya recibió tratamiento de estadista. Chirac, ante la llorosa mirada de la viuda, Suha, despidió con honores al rais en la base de Villacoublay en un acto en el que ocho militares trasladaron el ataúd --cubierto con la bandera palestina y al son de la Marcha fúnebre de Chopin-- hasta el avión que llevó a Egipto su cadáver.

Mientras, como estaba previsto, el presidente del Parlamento, Rauhi Fatú juró ayer el cargo como presidente interino de la ANP con un emotivo discurso en el que afirmó que "Arafat ha muerto en la lucha por la libertad de los palestinos". Su intervención la escucharon atentamente los auténticos capitanes de la travesía que ahora inician los palestinos: Mahmud Abbas, nuevo líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), y Ahmed Qurei, primer ministro de la ANP. Sus rostros no se inmutaron cuando en el hemiciclo Fatú anunció que habrá elecciones en 60 días, tal como indica la Ley Básica. Oficialmente, ésa es la intención de las instituciones palestinas, aunque una de las incógnitas es si realmente habrá una votación.

AMENAZAS Otra de las incógnitas es si la muerte de Arafat va a provocar una nueva oleada de violencia. Las Brigadas de Mártires de Al Aqsa anunciaron ayer que "golpearán a Israel en todas partes", y de hecho efectuaron un intento de infiltración en un asentamiento de la franja de Gaza que culminó con la muerte de tres activistas. El cuarto palestino que murió el mismo día que Arafat falleció de la forma clásica: fue abatido en Cisjordania mientras lanzaba piedras contra los soldados.

Con o sin amenazas, Israel no quiere correr riesgos y ayer decretó el cierre de Cisjordania y extremó las medidas de seguridad ante la coincidencia del entierro de Arafat y el rezo del último viernes de Ramadán en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén. La policía israelí incluso ha preparado un dispositivo para evitar un improbable intento palestino de llevar el cadáver de Arafat a la Explanada, donde él quería ser enterrado.

Pero Sharon no ha podido evitar que la tierra de Jerusalén cubra el cadáver de Arafat. Palestinos de Jerusalén transportaron ayer, como una reliquia, tierra de la ciudad santa a la Mukata. A pesar de que sólo los habitantes de Ramala podrán despedir al rais , se espera una ceremonia multitudinaria. Las incógnitas, sobre todo acerca de la transición, se aparcarán hasta que Arafat descanse en el cuartel donde pasó los últimos tres años.