Los agentes químicos o biológicos son letales en pequeñas cantidades. Las armas resultantes son no discriminatorias porque matan a militares y a civiles; limpias porque destruyen a personas pero no objetos; aleatorias porque sus efectos llegan lejos y aterradoras al generar más miedo que estragos, haciendo creíble la amenaza iraquí y la desinformación. Producirlas es fácil y barato (bombas de los pobres) y tienen efectos reversibles si el antídoto se da a tiempo.

Irak ha entregado la versión en árabe del informe sobre el gas VX, un agente químico que puede matar en minutos y del que había 4 toneladas entre 1988 y 1990. No hay constancia de su destrucción, que no es fácil, aunque el exinspector Scott Ritter afirma que entre 1991 y 1998 se quemaron toneladas de material químico y biológico. Un motivo menos para la guerra que preparan en Azores. Pero todo parece inútil y nadie dirá la verdad sobre los peligros reales de una guerra que tiene poco que ver con el 11-S y el terrorismo.