El no tener unas mínimas garantías de continuidad al iniciar una carrera investigadora condiciona en gran medida el aspecto personal de los jóvenes que aspiran a hacer de la ciencia el modo de ganarse la vida. Tal es el caso de Isabel Estrada, que antes de iniciar la preparación de su tesis doctoral simultaneó sus estudios --primero se licenció en Química y después cursó la especialidad de Ingeniería Química-- con trabajos como analista de laboratorio.

Ahora, con 28 años, disfruta de una beca predoctoral de la Junta de Extremadura que se regula por el sistema 2+2. "Esto es pan para hoy y hambre para mañana, por lo que es muy difícil plantearte formar una familia, meterte en una casa o tener hijos, aquí el factor suerte influye mucho", asegura esta joven que aún vive con sus padres y que ve con incertidumbre su futuro. Es el pez que se muerde la cola, al no tener estabilidad laboral, cree muy difícil que una entidad financiera te apruebe una hipoteca.

Además, a ello se suma que su pareja está en condiciones similares. El, de 34 años, ya es doctor, también por la rama de Ingeniería Química, pero sigue persiguiendo de convocatoria en convocatoria la estabilidad que solo da una plaza.