Animadas por el orientador del centro en el que estudiaban sus hijos, tres madres decidieron en el 2013 poner en marcha en la región un colecitvo que ya existía desde hace décadas en otras comunidades: la Asociación de Apoyo a las Altas Capacidades de Extremadura (A3CEX). «Hasta entonces, éramos la única comunidad sin asociación», cuenta su presidenta, Fátima Murciano, docente de profesión. Arrancó con tres madres con hijos con altas capacidades y ya son 130 socios, la mayoría familiares de menores con capacidades intelectuales más allá de lo habitual. «Estábamos desatendidos, nos sentíamos solos, no sabíamos a quien dirigirnos para ayudar a nuestros hijos y decidimos asociarnos. Ahora no paramos de recibir llamadas y demandas de asesoramiento. Esta asociación tiene tres misiones fundamentales: «sensibilizar a la población y la comunidad educativa sobre las características de estos niños y sus necesidades, enriquecer el aprendizaje de nuestros hijos para que desarrollen todo su potencial con diferentes actividades y mediar con la administración para mejorar la detección y la atención en el horario escolar. Nosotros queremos colaborar», concluye.