Varios políticos extremeños en ejercicio han sufrido las consecuencias del exceso de actividad, las preocupaciones y en algunos casos, los malos hábitos de vida. A algunos les ha servido de toque de atención para cambiar su rumbo; otros no han tenido más oportunidades.

Impactante fueron las imágenes, hace 13 años, del concejal socialista Justo Ales, que se desvaneció durante un pleno en el Ayuntamiento de Badajoz un miércoles de ceniza. La rápida actuación de una compañera concejala y el traslado inmediato al hospital le salvaron la vida. Fue muerte súbita. Estuvo en coma varias horas, pero su fuerte naturaleza lo salvó. Justo Ales dejó la política y el tabaco por recomendación médica, aunque continuó trabajando como funcionario en Hacienda. Ya lleva dos años jubilado.

Más reciente fue el infarto que sufrió el edil pacense Antonio Avila, "el peor de la escala", recordaba ayer, cuando hacía deporte. No fumaba desde hacía 8 años y corre más de 10 kilómetros día sí día no. "El médico dijo que si tardo un cuarto de hora no lo cuento". Fue intervenido y le implantaron "un stent porque tenía la coronaria obstruida". Luego, cuatro días de hospital, 20 en casa y un gimnasio de recuperación bajo control.

Ahora, Avila está recuperado y recuerda a su compañero de grupo José Luis Fernández Pirfano, que no superó el infarto. "Fumaba mucho y tenía la tensión alta", recordaba. En España, otros políticos han sufrido un infarto, como Julio Anguita, coordinador de IU, o Joaquín Leguina, más recientemente.