"No concibo la expresión entrar en política. A mí se me ha llamado para hacer un trabajo técnico, de organización del ayuntamiento, y así me lo planteo". De esta forma se expresaba el abogado Felipe Vela (Cáceres, 1951) en junio del 2003, en la primera entrevista que concedió tras ser elegido por su amigo José María Saponi para ser concejal de Economía.

Suponía toda una declaración de principios, que reforzaba su carácter de edil independiente --no afiliado al PP-- y que, casi dos años después, adquiere mayor significado.

En este tiempo, la docilidad --tan habitual en el seno de los partidos, donde la disciplina interna manda-- no ha sido precisamente la cualidad principal de Vela, lo cual se ha interpretado, no pocas veces, entre sus compañeros como un desmedido afán de protagonismo. Y ello pese a que Vela se esforzó por recalcar en su momento: "No vengo con aspiraciones políticas... No he entrado en este asunto para ser alcalde". Unos le creyeron, otros no.

Su intento de gestionar el ayuntamiento casi como una empresa --"debe intentar parecerse", dijo-- chocó rápidamente con la realidad. Y terminó exteriorizando sus quejas, ya en el 2004, por el excesivo gasto extrapresupuestario del municipio y la mano blanda del alcalde a la hora de subir impuestos, una decisión tan impopular --la del aumento impositivo--, como necesaria, según Vela.

Y de aquellos polvos llegaron estos lodos. Aquel empresario inquieto, pionero en el desarrollo del fútbol sala cacereño, que montó el mítico pub Drink, que edificó una empresa auditora de prestigio, que intentó sin éxito sacar adelante económicamente el Cáceres CB y que se desvivió por salvar Waechtersbach, ese hombre, Felipe Vela, tiene hoy la llave de la gobernabilidad en Cáceres.