El último del trío de las Azores finalmente pisó Irak. El presidente del Gobierno, José María Aznar, siguió ayer el ejemplo de Tony Blair y George Bush y efectuó una visita sorpresa a las tropas españolas en Diwaniya para felicitarles la Navidad. La visita de Aznar fue muy parecida a la de Bush: los 1.050 soldados desplazados en la zona, de los que el 80% son extremeños, no sabían nada, eligió unas fechas señaladas y permaneció en Irak apenas unas horas para transmitir su apoyo y afirmar que "la seguridad y la libertad de España también se defienden en Irak".

"Hace tiempo que había elegido estos días. No he venido antes porque la Navidad siempre llega en las mismas fechas", ironizó Aznar sobre el momento elegido para visitar Irak. El presidente dijo que mantuvo en secreto su viaje por seguridad. Para garantizar el secreto, en su Airbus 310 no viajaba el equipo de periodistas que le sigue en sus viajes, y la prensa en Bagdad fue advertida del viaje a las seis de la mañana por la embajada. El general Fulgencio Coll, comandante de la Brigada Plus Ultra II y de la provincia militar de Badajoz y general de la Brigada Extremadura XI, fue informado el viernes a las siete de la tarde hora local (dos horas menos en España).

HELICOPTERO PUMA Aznar aterrizó en Base España a bordo de un helicóptero Super Puma del Ejército español a las 10.30 (hora local), procedente de la base británica de Tallil. Tras recibir honores de una compañía de la Legión, se reunió con el gobernador de Diwaniya y los líderes tribales del Consejo Provincial, quienes le transmitieron su "agradecimiento por colaborar en la estabilidad" de la zona.

Posteriormente, Aznar y su séquito --formado por 17 personas, entre los que estaban el ministro de Defensa, Federico Trillo, y el jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra, el general Luis Alejandre Sintes-- recorrieron, guiados por el general Coll, algunas dependencias de Base España. Tras un almuerzo con la tropa en el comedor del cuartel y una rueda de prensa, Aznar abandonó Diwaniya cuatro horas después de su llegada.

El plato fuerte de la visita fue el almuerzo. En un comedor abarrotado, Aznar departió con algunos soldados y, en su discurso, les transmitió un mensaje del rey Juan Carlos en el que les expresaba su "estímulo y afecto".

Aznar afirmó que España lucha en Irak por "una causa justa: por la libertad, la democracia, la estabilidad y la paz mundial", y subrayó que las tropas españolas se quedarán en el país hasta "que haya finalizado su trabajo". "No sólo estáis ayudando a Irak, sino que trabajáis por la paz, la estabilidad y la libertad de España", afirmó.

En su posterior encuentro con la prensa, el líder popular señaló que Sadam Husein --a quien calificó de "tirano y uno de los mayores criminales de la historia reciente"-- debe ser juzgado por los iraquís, aunque, a diferencia de Bush, no se mostró partidario de condenarlo a muerte. En España, la oposición criticó el viaje. El secretario de Organización del PSOE, José Blanco, dijo que la visita fue "muy americana" y el coordinador general de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, pidió el regreso de los soldados.