La votación del referéndum tuvo consecuencias en el Barça. El equipo jugó el partido contra Las Palmas a la hora prefijada (16.15 horas) pero lo hizo a puerta cerrada, sin público. «La decisión más compleja que he tomado como presidente», confesó Josep Maria Bartomeu, que se enfrenta a una crisis sin precedentes más allá de que tuviera que aceptar las dimisiones del vicepresidente Carles Vilarrubí y del directivo Jordi Monés.

El presidente asumió como propia la determinación del club, aunque fuera consensuada en el palco y en el vestuario. Bartomeu consultó con sus directivos, ejecutivos, técnicos y jugadores, pero dictó la última palabra. De las opiniones encontradas dieron buena cuenta las renuncias de dos directivos en una junta dividida -«es normal que haya discrepancias, somos transversales»-, sobre la convenciencia o no de jugar tras las imágenes de violencia que habían presenciado.

El Barça ganó al Las Palmas (3-0, con un gol de Busquets y dos de Messi) mientras a las puertas de las instalaciones, cerradas a cal y canto, se agolpaban miles de aficionados que desconocían que no podrían acceder al estadio. Solo hubo un invitado en el palco: Nicolás Ortega, el vicepresidente del Las Palmas. Nadie acompañó al dirigente del club canario, que por la mañana había pedido (y obtenido) jugar con una bandera española en la camiseta.

LA AMENAZA DE LA LFP / La petición del Barça de aplazar el encuentro, en cambio, fue desoída por la Liga de Fútbol Profesional. La patronal alegó que los Mossos daban las garantías de seguridad suficientes «para la normal celebración del partido» y denegó la petición, amenazando al Barça si se negaba a jugar.

«La Liga nos ha dicho que si no jugábamos perderíamos seis puntos: los tres del partido perdido y tres de sanción», explicó Bartomeu, que justificó la decisión de jugar por las repercusiones mediáticas que generaría: «Era el mensaje más potente que el Barça podía enviar al mundo: que millones de personas se preguntaran por qué jugábamos a puerta cerrada».

Bartomeu adelantó que pediría un informe jurídico a los estamentos europeos para saber si la LFP habría tenido que acceder a las peticiones del club, aunque admitió que no hubo un problema de seguridad. El árbitro del partido, el andaluz Munuera Montero, detalló algunas anomalías que observó.

El juez escribió en el acta que llegó al Camp Nou sin la escolta policial habitual y que tras la reunión para conocer el dispositivo de seguridad, Bartomeu en persona le «anticipó» que se jugaría «sin la presencia de espectadores». El presidente del Barça abandonó el Camp Nou con la idea de ir a votar. No lo pudo hacer por la mañana porque «había entrado gente de mala manera» en su sede electoral.