CENTENARES DE PSICOLOGOS, PSIQUIATRAS, TRABAJADORES SOCIALES, ENFERMEROS Y FORENSES ACUDIERON AYER AL RECINTO FERIAL DE IFEMA, DONDE SE IMPROVISO UN ENORME TANATORIO.

La nube de batas blancas --incluidos los policías que todavía vestían el kimono de judo porque unos minutos antes se estaban entrenando--, contrastaba con las ropas negras de los religiosos. Las noticias se daban en una sala habilitada en el centro médico y las malas noticias en las salas privadas, para que no se contagiara la histeria. Luego las familias eran conducidas al pabellón 6, para la identificar el cadáver.

Muchos de los profesionales fueron enviados por hospitales y organismos públicos. Otros se presentaron de modo espontáneo. En la parte trasera del pabellón desfilaron decenas de coches fúnebres y furgonetas de funerarias.

La mayoría de los familiares que llegaban al pabellón 7 lloraban sin lágrimas. Según pasan las horas, las muestras de dolor eran más patentes. A las ocho de la tarde, sólo 50 de los 190 cadáveres estaban identificados. La policía científica calculaba ayer que la tarea no acabaría hasta hoy al mediodía. Primero se pedía a los familiares descripciones físicas, fotos y prendas de ropa. Por la tarde, ya se les solicitaba el número de empastes dentales porque había cuerpos totalmente irreconocibles.

La prueba de que ya son muchas horas de angustia es que las baterías de los móviles empiezan a agonizar.