Beatificación y canonización son ambos actos pontificios, pero con las beatificaciones el Papa concede que localmente o en determinadas familias religiosas se pueda rendir culto público a un siervo de Dios; mientras que con las canonizaciones el beato es declarado santo y el culto se convierte en obligación para toda la Iglesia.

Hay, pues, diferencias entre ambos actos pontificios. En el de las canonizaciones la Iglesia actúa con un pronunciamiento que tiene el carácter de decreto definitivo y preceptivo para toda la Iglesia, comprometiendo el magisterio solemne del Romano Pontífice, mientras que en el caso de las beatificaciones esto no ocurre.