Salmantina afincada en Cáceres, donde estudió Veterinaria, cuando le surgió la oportunidad de investigar no lo dudó. «Es dinámico, creativo, complicado pero era lo que me gustaba». Hizo el doctorado en el departamento de Reproducción Animal y tras la tesis trabajó como predoctoral en Estados Unidos y también en Suecia. Volvió como posdoctoral a EEUU un año y medio y pasó otros tres en Portugal hasta que regresó a Cáceres con un contrato Juan de la Cierva que termina en marzo. En el Centro de Cirugía de Mínima Invasión Jesús Usón ha trabajado en la vitrificación (congelación rápida) de embriones y óvulos en ratón, en la congelación de semen de diferentes especies y ahora está centrada en el uso de exosomas. Usa derivados de las células madre del endometrio de la mujer seleccionadas con medios de cultivos sobre embriones de ratón. «El objetivo es ver si el uso de los propios exosomas podría tener beneficios en la reproducción humana». En marzo cree que seguirá trabajando en este centro y en su línea, pero no sabe hasta cuándo. «La vida de un investigador es incertidumbre. Aunque saques buenos resultados, no siempre puedes seguir». Porque la investigación depende básicamente de convocatorias «y ahora salen menos». Es madre, tiene 34 años y quiere seguir haciendo ciencia desde la región. Pero no es fácil y menos para una mujer. «Es más difícil en cualquier país. Hay estudios que demuestran que a un hombre se le evalúa más su potencial y a una mujer solo sus méritos». Y a esto se suma la dificultad para conciliar, que al final «penaliza a la mujer».