Es la una de la tarde y Mariano Rajoy no llega. El calor arrecia --se superan los 33 grados según la Agencia Estatal de Meteorología-- pero a la multitud que se concentra junto a la plaza de abastos de Villanueva de la Serena no parece importarle. Los minutos pasan y los coches también por la calle San Francisco, el lugar de la cita de los dos presidentes, el de España y el de Extremadura, con los vecinos.

La una y diez, y cuarto, la una y veinte, y veinticinco, y por allí lo más parecido a un acto de campaña electoral que llega es un coche del PSOE, con la cara del alcalde y candidato local que anima a votar a los socialistas. Será para recordar quien manda en el territorio serón. Y eso que dicen que Rajoy ya lleva un rato en la ciudad. Ha quedado con José Antonio Monago en un bar. El punto de encuentro habitual de todo vecino.

Ya es la una y media y alguien grita: "Nos vamos colocando los cámaras". Crece la expectación. La prensa gráfica se adelanta y los vecinos empiezan a salir a ventanas y balcones. Llegan varios coches. Empieza el espectáculo. Sale Monago primero, luego Rajoy, vienen juntos, y arranca el festival de besos, achuchones y selfies que darían para una extensa exposición seguro. Imposible que den un solo paso. "¿Qué tal la vida?" le pregunta Rajoy a una de las primeras señoras que se le lanzan, María Moreno, la primera según ella. "Le he respondido que esperando que nos la mejore (la vida) y me ha dicho que buena respuesta".

Aplausos y gritos de 'presidente, presidente' acompañan a ambos líderes del PP junto a una marabunta en la que se mezclan los vecinos con escoltas, diputados, consejeros, alcaldes,... Hasta a Carlos Floriano, secretario del partido, le piden fotos. Pero sin duda el protagonista es Rajoy. "Por fin viene alguien importante", dice uno. "Es igualito igualito que en la tele", precisa otra. "Ya tengo mi par de besos. Qué ilusión. Me ha agarrado por los dos brazos", le cuenta Luisa a una amiga. Hasta le acercan a algún niño cual si fuera la Virgen de Guadalupe.

Los presidentes entran en varios comercios: una cafetería, una tienda de ropa, una óptica y se detienen en la escultura destinada a los agricultores, donde comienza la calle de los baldosines --o la calle Ramón y Cajal--. Aligeran el paso, pero dos pintores municipales acaban el turno laboral a tiempo para fotografiarse con su líder, aún con ropa de faena. Con chaqueta y corbata sale un responsable de la Banca Pueyo y le regala a Rajoy un libro de la entidad por su 125 aniversario. Sigue la expectación hasta la plaza de España, donde espera el coche oficial para llevarles juntos al siguiente acto en Don Benito. Han pasado 45 minutos que han dado para mucho, para muchos besos, achuchones y selfies, a pesar de los 33 grados.