Las noches de bombardeos, los tejados de Bagdad son un inmenso cine de verano abierto a la pantalla del horizonte, donde un espectáculo sobrecogedor que nadie quiere perderse ilumina el cielo. La curiosidad es de las pocas cualidades capaces de vencer el miedo. Por eso, lejos de correr a cobijarse en los refugios o dentro de sus casas, la mayoría de bagdadís suben a las azoteas de sus viviendas, donde, en familia, se ponen a contemplar un cielo en guerra.

"Cuando empiezan los ataques, toda la gente del barrio está en los tejados y en los balcones", explica Faruk, un chófer que asegura que los hombres no están solos en las azoteas. "También están todas las mujeres y los niños", dice y alardea: "Todos los iraquís somos valientes; todos los iraquís somos héroes".

"UN ESPECTACULO INCREIBLE"

"¿Por qué salimos a las azoteas? Porque los bombardeos son un espectáculo increíble. Nadie imagina lo alucinante que es ver pasar un misil cerca", reconoce Faruk.

Haidar, un treintañero, asegura: "Ponerse a mirar el cielo es un espectáculo irresistible". "En la guerra del Golfo, envié a mi familia al pueblo --dice--. Cuando llegaba a casa, abría las ventanas de par en par, me ponía delante del sillón, cogía una cerveza y me pasaba la noche observando los bombardeos".

Cada noche de bombardeos concluye en una especie de espectáculo interactivo. "La gente compite para ver quién es el primero que ve pasar un misil o los aviones de combate estadounidenses", explica Alí, que no ha conseguido disuadir a su hijo Karim para que deje de pasarse la noche en el jardín intentando cazar aviones con la vista. De hecho, uno de los primeros heridos que mostraron las autoridades iraquís fue un joven de 18 años, que fue alcanzado por la onda expansiva de un misil mientras estaba en el jardín de su casa escrutando el cielo.

"Cuando vemos que una batería antiaérea intercepta un misil y podemos ver cómo explota en el cielo, es el delirio total", dice Faisal, un militante del partido Baaz. Es como si tu equipo favorito de fútbol marcara un gol. "Ayer vi --explica Faisal-- cómo explotaban tres de esos misiles en el aire y fue increíble. Los hombres y los niños aplaudían, mientras las mujeres rompieron a gritar yuyus", los chillidos típicos de las mujeres árabes.

VIVAS A SADAM

Este militante del partido único en el país vive en un barrio de clase baja, y allí se nota lo popular que sigue siendo Sadam Husein, pues Irak es uno de los pocos países del tercer mundo donde los pobres no pasan hambre. "Cuando se derriba un misil, la gente empieza a gritar vivas a Sadam y a gritar Alá Alá".

A muchos iraquís no les basta con ver el cielo y, al día siguiente, curiosean los lugares donde creen que han caído las bombas norteamericanas. "Mucha gente --señala Faisal-- va en coche y otros incluso cogen sus bicicletas para ver si han caído allí los misiles. Al no poder ver las televisiones extranjeras no sabemos lo que pasa, así que salir a curiosear es la única forma de estar informados".