CACERES

La retaguardia extremeña ya cuenta con su particular episodio de violencia bélica. Es un tanto chusco, pero permite marcar las llamativas diferencias entre lo que sucede en el campus universitario de Cáceres y la agitación pacifista juvenil de Madrid, Salamanca, Santiago, Granada o, incluso, Badajoz.

El pasado jueves, 100 universitarios protestaban ante la Subdelegación del Gobierno cacereña y 5.000 se concentraban en el hípico en una fiesta de Empresariales y Turismo. Tras la actuación del grupo Esperando a Christine, subió al escenario el humorista cacereño Cabuvy. Contó dos chistes, dijo no a la guerra y parte del público empezó a arrojarle cubitos de hielo. "La gente no estaba por la labor del no a la guerra, aunque algunos sí siguieron mis gritos", recuerda.

Contó otros tres chistes, volvió a oponerse a la guerra y arreció el bombardeo de cubitos. "Me pareció raro que me lanzaran hielo y botellas. Un poco fuerte. Pero era su fiesta y había que respetarlo". Cabuvy relajó el ambiente con sus populares chistes, pero reincidió en sus proclamas pacifistas y tuvo que retirarse.

"Volvieron a lanzarme hielo y lo que iba a ser media hora de actuación no pasó de diez minutos. No tuve más remedio que dejarlo y no empachosear más porque hubiera sido ya muy fuerte", se lamenta extrañado Cabuvy, que este fin de semana llevará su show de humor y paz a la concentración motera de Brozas. Días atrás actuó en el Complejo Cultural San Francisco y en el Auditorio de Cáceres. En ambos espacios, el público aplaudió y coreó los mensajes antibelicistas.