Será o no será. Habrá o no habrá. Pasará o no pasará. Pero sí está claro que el brexit -o el no brexit- va a marcar un año que debería ser la culminación de un divorcio doloroso pero amistoso y sobre el que ahora cualquier pronóstico es como apostar a ciegas en un juego de azar. Se podrán mitigar los daños, pero nada bueno puede salir de este proceso tortuoso en un contexto mundial que ofrece varias señales alarmantes: vientos económicos cambiantes (para mal), populismos crecidos, guerras comerciales en marcha y un Donald Trump que sigue desatado.

La fecha del 29 de marzo lleva meses marcada de rojo en el calendario. Ese es el día en que el Reino Unido debe dejar de ser miembro de la Unión Europea (UE). Pero a partir de aquí no hay ninguna certeza y lo prudente va a ser utilizar el condicional. Podría abandonar o no la UE y podría hacerlo con acuerdo o sin acuerdo. Lo decidirá el Parlamento británico en la votación del día 14 enero, si finalmente -y volvemos al condicional- esta se celebra y no vuelve a ser pospuesta. Podría pasar antes, o inmediatamente después, que una moción de censura presentada por la oposición laborista derribara a la primera ministra, Theresa May, y se convocaran elecciones generales.

O podría ser también que, para salir de este inmenso laberinto, May decidiera convocar un nuevo referéndum, posibilidad que gana cada vez más adeptos. Y varias hipótesis sobre la pregunta a plantear: ¿Brexit con acuerdo? ¿Brexit sin acuerdo?. ¿No Brexit? Todo es posible, pero en lo que coinciden los expertos es que la organización de una nueva consulta supondría retrasar la fecha del 29 de marzo, para lo que sería necesario el acuerdo de los Veintisiete. Aunque Londres también podría suspender el proceso de retirada de forma unilateral, según reconoció el Tribunal de Justicia de la UE.

Pero aún cuando todo vaya sobre ruedas y el Parlamento británico apruebe el acuerdo de May sin más daños colaterales y se llegue al brexit pactado, la difícil negociación con la UE seguirá para determinar la relación comercial futura. Una nueva etapa que el Reino Unido encarará dividido, con una primera ministra debilitada frente a 27 socios que en esta afrenta son solo uno.

A las urnas, el 26 de mayo

Porque si solo una lección positiva se puede sacar del brexit es que la UE ha sido un bloque sin fisuras en las negociaciones con el Reino Unido, pese a los vientos euroescépticos que soplan del este (Rumanía, Polonia y Hungría) y que ya alcanzan a algunos gobiernos de países profundamente europeístas, como Italia. Las elecciones al Parlamento Europeo el 26 de mayo servirán para medir la fuerza de este movimiento, que va de la mano del populismo y de la extrema derecha. Habrá que prepararse para sorpresas dado que suele ser en las convocatorias europeas donde los ciudadanos descargan su descontento con el voto extremo.

Entre tanta turbulencia, Angela Merkel podrá concentrase en su papel de líder europea, tras soltar lastre en Alemania, donde ha sido sustituida al frente de su partido y ha anunciado que no repetirá como cancillera. Porque con un Emmanuel Macron desbordado por un fuerte movimiento de contestación interno que ahora merece toda su atención, no emerge ninguna alternativa al liderazgo de Merkel. Y no solo en Europa, sino también en un mundo carente de referentes.

En la Casa Blanca, Trump va a conocer los límites del poder ejecutivo cuando a este jueves se constituya el nuevo Congreso y los demócratas tomen la el control de la Cámara de Representantes. La nueva era se inicia en medio de un cierre parcial del Gobierno por la financiación del muro que Trump quiere levantar en la frontera con México y el clima de hostilidad es máximo. Los demócratas llegan dispuestos a impulsar varios comités investigadores sobre las finanzas del presidente y otros asuntos, mientras seguirá la investigación de Robert Mueller sobre la injerencia rusa en la campaña del 2016. Según avancen estas investigaciones, la sombra del impeachment será más o menos alargada.

Nada indica que Trump vaya a a dar un giro a una política económica que ha beneficiado al crecimiento pero va a elevar el déficit presupuestario al 6%, el más alto registrado nunca. Tampoco parece que vaya a aflojar en sus guerras comerciales, con un nuevo paquete de aranceles a China cuyas repercusiones ya se empiezan a dejar sentir en el gigante asiático.

La polarización también será extrema en América Latina, de la mano del ultra Jair Bolsonaro, que hoy mismo estrena mandato en Brasil. Habrá que ver si este es un fenómeno aislado o tiene eco en otras citas electorales claves en el continente: Argentina, Uruguay, Bolivia.

Donde no se avistan cambios es en el conflicto israelí-palestino ni se ve paz en las guerras de Oriente Próximo. Quizá sí en el Extremo Oriente, si la península coreana sigue dando pasos hacia la distensión.