El presidente de EEUU, George Bush, tiene clara la importancia de mantener alta la moral de sus tropas. Por eso ayer, pese a reconocer retos aún pendientes, recurrió a las noticias del rápido avance hacia Bagdad. "Un tornillo aprieta" el régimen de Sadam Hussein, afirmó para júbilo de los cerca de 20.000 militares que le escucharon en Camp Lejeune.

"Habiendo viajado cientos de kilómetros, ahora recorreremos los últimos metros. El camino está marcado. Avanzamos. Nuestro destino es Bagdad y no aceptaremos nada menos que una victoria definitiva y total" dijo el presidente arengando a las tropas como hizo en los dos discursos anteriores que ha dado en instalaciones militares en 15 días.

El escenario esta vez llamaba a cierta contención. De este campamento de Carolina del Norte han salido 17.500 de los marines desplazados en el golfo Pérsico y de allí partieron al menos 13 de los soldados fallecidos y seis de los desaparecidos. A pesar de todo, Bush mantuvo un tono triunfalista en su discurso.