Aunque la Casa Blanca quiere minimizar al máximo el papel de las Naciones Unidas en la posguerra iraquí, se propone pedir al Consejo de Seguridad que levante gradualmente las sanciones económicas que impiden a Irak vender libremente sus enormes riquezas petrolíferas. De esta forma, la Casa Blanca trata de ahorrarse un nuevo enfrentamiento diplomático con el frente pacifista del Consejo de Seguridad, liderado por Francia, que insiste en adjudicar a la ONU un papel relevante en la reconstrucción iraquí.

Washington dejaría por ahora bajo supervisión de la ONU el crucial programa de venta de petróleo por alimentos, pero transfiriendo otras competencias económicas, como la agricultura o los servicios civiles, a la nueva autoridad que se instalará en Bagdad bajo tutela estadounidense, para sustituir al caído régimen de Sadam Husein, adelantó ayer el diario The New York Times .

Tanto Francia como Rusia podrían amenazar con emplear su veto para impedir que se levante el embargo económico impuesto a Irak en 1990, como castigo por invadir Kuwait, si la ONU no tiene un papel de más peso en la posguerra iraquí.

EVITAR LITIGIOS

Tal veto convertiría en ilegal, bajo las leyes internacionales, toda transacción comercial con Irak de productos prohibidos por el embargo, con lo que se abriría la posibilidad de una interminable cadena de litigios contra los países que los llevasen a cabo, algo que la Casa Blanca no desea, como confesó un miembro de la Administración de Bush. "Nadie quiere tener litigios a cuenta de ésto", declaró al diario.

La táctica de la Casa Blanca consiste en propugnar tres o cuatro resoluciones del Consejo de Seguridad, que levanten el embargo por fases, en lugar de jugárselo todo a una sola resolución que podría chocar con París o Moscú si la ONU queda marginada. Washington es consciente de que habría oposición en el Consejo a entregar el control de la industria petrolífera iraquí al nuevo gobierno que EEUU instale en Bagdad. La zanahoria colocada por Bush para que ambos países acepten su plan es dejar en manos de la ONU --de momento-- el cuantioso programa Petróleo por alimentos del que depende la supervivencia del 90% de la población iraquí. Gran parte de los suministros comprados por Irak bajo este programa proceden de Francia, Rusia y Siria.

ACCESO MILITAR

Washington planea afianzar a largo plazo su acceso militar a Irak, para reforzar su situación estratégica en Oriente Próximo. A tal fin, ha seleccionado cuatro aeropuertos que actuarán como bases para sus aviones, tanto en operaciones de reconocimiento y control de la zona, como para la entrega de suministros. Son el aeropuerto internacional de Bagdad, en el centro del país; el de Tallil, cerca de Nasiriya, en el sur; el de Bashur, en el Kurdistán norteño, y la pista aérea H-1.