Vivir un siglo da para muchísimo. Desde asistir a la creación de la Comunidad de Obreros Campesinos de las Fincas Cabras Alta y Baja en la II República hasta su expropiación en 1990 al Ducado de Alba, que las había recuperado tras la guerra civil. Siempre, eso sí, trabajando la tierra. María Gómez, que cumple 101 años el próximo mes es la única comunera de Zahínos que aún vive.

Probablemente, a lo que María espera no tener que asistir es al declive de la sociedad, heredera de los antiguos comuneros, que hoy explota la finca tras llegar a un acuerdo de compra con la Junta formalizado en el 2002. Pero 20 años después de que le fuera adjudicada la tierra, dicha sociedad mira al futuro con recelo, ante una falta de relevo que contrasta con el elevado número de herederos (más de 1.600) que han sustituido a los 372 comuneros, lo que dificulta tomar decisiones y lograr rentabilidad.

El marido de María, Alberto Bedia, fue uno de los fundadores de la comunidad que en 1932, en base a la Ley de la Reforma Agraria publicada por el primer gobierno republicano, se hizo con el control de las Fincas de Cabra Alta y Cabra Baja, de más de 2.500 hectáreas y ubicadas en Villanueva de Fresno. Hasta entonces, pertenecían a la Casa de Alba cuyos miembros, según los zahineros --el pueblo que tradicionalmente ha trabajado estas tierras-- las han pisado poco.

Pero la experiencia comunera fue corta y, con el inicio de la dictadura franquista, las fincas volvieron a manos de los Alba, si bien los comuneros mantuvieron su explotación a cambio de un arriendo. Esta situación duró, con revisiones periódicas del pago, hasta los 80, cuando el Gobierno autónomo tomó las riendas de la política agraria apostando por la mejora de la gestión de las explotaciones y la repercusión de sus beneficios en los trabajadores, recurriendo para ello a las expropiaciones.

Una de las más sonadas fue la de las fincas de Cabra Alta y Baja. En febrero de 1990, el Ejecutivo extremeño publicó el decreto de expropiación por el "interés general" y amparándose en la Ley de Reforma y Desarrollo Agrario (paradójicamente, una norma franquista). Antes, la Administración regional trató de llegar a un acuerdo de compra con la Casa de Alba, sin éxito, que previamente también había negociado con los propios agricultores (entonces, sus arrendatarios), con el mismo resultado.

La tierra, para el trabajador

"Hicimos lo que teníamos que hacer", defiende Francisco Amarillo, consejero de Agricultura en la época de las expropiaciones. El, no obstante, rechaza que este tipo de procedimientos fueran la seña de identidad de la política agraria de la Junta en aquellos tiempos, si bien reconoce que probablemente son los que más repercusión tuvieron. "Lo que me preocupaba no era la tensión con la Casa de Alba --explica en referencia al caso de ´las Cabras´--, sino que se daba una imagen distorsionada de lo que estábamos haciendo, porque se hablaba más de aspectos puntuales que del fondo del asunto".

Pero lo cierto es que la citada tensión y el largo proceso judicial en que desembocó convirtió la expropiación de las fincas de Cabra Alta y Cabra Baja en un tema recurrente en los medios. Coincidiendo en el tiempo con el mismo proceso en la explotación de Valle de Ibor y Trasierra, en Navalvillar de Ibor, los afectados llegaron a ocupar las tierras de forma simbólica y los pueblos enteros fueron a la huelga general, aparte de que hubo manifestaciones en Mérida.

Estas expropiaciones motivaron el enfrentamiento del Gobierno regional no solo con los propietarios de las fincas, sino también con el poder judicial. El choque fue especialmente contundente con José María Crespo Márquez, magistrado de la Sala del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura (TSJEx) que ordenó la paralización de los procesos, después fue rebatida por el Supremo. Todo ello provocó un elevado nivel de expectación que ahora, 20 años después, ha caído en el olvido hasta el punto de que muchos se pregunten si mereció la pena.

Así lo constata la alcaldesa de Zahínos, Loli Gómez, que explica que en la localidad la gente ya apenas habla de la expropiación de las fincas de Cabra Alta y Cabra Baja. "Fue algo de lo que estuvimos muy pendientes durante mucho tiempo y todo el mundo estaba de