Ayer fue un día casi normal en Israel y los territorios palestinos. Casi, porque no es habitual que Epi, Blas y el resto de personajes de Barrio Sésamo aparezcan con máscaras antigás en televisión; porque no es usual que los palestinos se manifiesten con grandes fotografías de Sadam Husein; porque no hay muchos días en que, como ayer, no haya ningún muerto en enfrentamientos entre activistas y soldados. Palestinos e israelís vivieron con una calma tensa, a la expectativa, el primer día de guerra en Irak, cada uno con sus propios temores.

El Gobierno de Ariel Sharon reiteró durante todo el día los mensajes de tranquilidad a la población. El ministro de Defensa, Saul Mofaz, poco dado a palabras tranquilizadoras, insistió en que las posibilidades de que Irak ataque Israel son muy pocas. La ministra de Educación, Limor Livnat, se desgañitó en los medios pidiendo a los padres que llevaran a sus hijos a las escuelas.

BOCADILLO Y MASCARA

Pese a ello, el absentismo escolar en el área de Tel-Aviv --la zona más castigada por los Scud iraquís en 1991-- fue del 50%, y en las carteras de los escolares convivían con el bocadillo del almuerzo y los cuadernos las máscaras antigás. Una falsa alarma puso al sistema antimisiles Arrow en máxima alerta, y otra llevó a los usuarios del aeropuerto de Ben Gurion a los refugios. Cuatro jóvenes fueron atendidos de urgencias por inyectarse atropina contra armamento químico.

Sharon insistió ayer en un mensaje que produce pesadillas a George Bush: ésta no es la guerra de Israel, Israel no quiere verse mezclado en ella, pero "Israel está preparado para afrontar cualquier amenaza, tanto desde una perspectiva defensiva como ofensiva". Fuentes gubernamentales filtraron que EEUU ha informado a Israel de que un puñado de tropas de élite ya están operando en el oeste de Irak, desde donde el régimen de Husein podría atacar Israel.

Mientras, centenares de niños palestinos se manifestaron en las calles de Beit Janún, en la Franja de Gaza, en apoyo al dictador iraquí.