El cambio climático va a provocar un aumento de las temperaturas medias y una disminución en las precipitaciones que tendrán una consecuencia directa sobre los actuales recursos hídricos. Se espera una disminución del agua disponible de al menos un 11% con respecto a su caudal actual en el caso del Guadiana, y del 7% en el del Tajo, según las previsiones que maneja el Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, para un horizonte fijado en el año 2030. Estos datos, que afloran en pleno debate nacional sobre los recursos hídricos y los trasvases, se incluyen en el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático, que es el marco de referencia para la coordinación entre las administraciones públicas en todo lo relativo a la evaluación de los impactos, la vulnerabilidad y la adaptación al cambio climático.

En este caso, se ha tomado como referencia un escenario de futuro en el que las temperaturas ascenderán una media de un grado centígrado, y sin que las precipitaciones sufran ningún cambio sustancial. El plan ofrece una previsión de la situación a finales del siglo XXI, en el que las temperaturas medias se incrementarán en 2,5 grados centígrados, y las precipitaciones se reducirán en un 8% con respecto a los valores actuales.

La previsión indica que la Península Ibérica se encuentra, como todo el sur de Europa, entre los lugares más afectados por cambios climatológicos, que podrían reducir, según los planteamientos menos halagüeños, hasta un 24% el caudal del Guadiana y hasta un 17% el del Tajo.

Este asunto fue tratado ayer en una ponencia enmarcada en el Congreso Ibérico de Desarrollo Sostenible, que se celebra hasta hoy en Mérida, por José Ramón Picatoste, técnico de la Oficina Española de Cambio Climático, quien apuntó que el cambio climático afectará a todos los sectores relacionados con la vida del hombre, entre ellos a la gestión del agua que dispone.

Una de las consecuencias directas será el aumento de las temperaturas, con una previsión media para España determinada para finales del presente siglo que oscila entre 1,1 y 2,9 grados centígrados, según las expectativas más optimistas, y los 2,4 y 6,4 grados de las más pesimistas.

Esto irá acompañado por una disminución de las precipitaciones, aunque hasta 2030 no se esperan cambios en los valores medios anuales, pero que para finales de siglo serán un 8% inferiores. Además, las lluvias serán más irregulares, y se incrementarán los fenómenos climatológicos extremos, con lo que el régimen de crecidas de los ríos también se verá afectado.

En el conjunto del país, se espera una reducción de la disponibilidad hídrica general media del 5%, que se elevará hasta el 20% a finales de siglo. Por cuencas, se prevé que en 2030 la más afectada será la del Guadiana, con una reducción del 11%, el mismo valor que la del Segura. La del Tajo, con valores más bajos, de un 7%, se mantendrá no obstante por encima de la media. Las menos afectadas serán las del norte del país, con pérdidas de entre el 2% y el 3%, que se eleva hasta el 5% en el Ebro.