Los cardenales electores del futuro Papa son en estos momentos 117, pero dos de ellos (uno polaco y otro alemán) cumplirán 80 años antes de que se inicien las votaciones para escoger al sucesor de Benedicto XVI, lo que les excluirá del cónclave. En consecuencia, salvo defunciones, en la capilla Sixtina entrarán 115 cardenales electores, sobre el máximo de 120 previsto en la ley vaticana.

Ante la muerte de un Papa, los cardenales de todo el mundo viajan a Roma y, a medida que llegan, se reúnen para debatir la situación de la Iglesia e intercambiar opiniones sobre quién podría desempeñar mejor las funciones de Papa. Antes del cónclave, reciben un informe sobre el estado de la Iglesia. De todos estos encuentros surge, en principio, el retrato robot del candidato a elegir, por lo que resulta temprano aventurarse a pronosticar quién ocupará a mediados de marzo el sillón de San Pedro. La dimisión más o menos imprevista de Joseph Ratzinger ha cogido algo desprevenidos a los cardenales, un hecho que acelerará en los próximos días los encuentros y debates.

Latinoamericano

De acuerdo con su procedencia geográfica, 59 de los 115 cardenales electores serán europeos, 19 latinoamericanos, 14 norteamericanos, 11 de Africa, 11 de Asia y 1 de Oceanía. Dentro de Europa, Italia es el país que cuenta con más cardenales electores: exactamente 21. Entre quienes escogerán al futuro Papa figuran 67 cardenales creados por Benedicto XVI y 50 por Juan Pablo II.

Desde el punto de vista geográfico, resulta evidente la primacía de Europa entre los elegibles, aunque las iglesias latinoamericanas reivindican desde hace dos pontificados un Papa de aquel continente, donde reside el 50% de los 1.200 millones de católicos del mundo. De las impresiones recogidas ayer en el Vaticano se desprende que la renuncia de Benedicto XVI deja sin resolver lo que, simplificando, se podría definir como la modernización de la Iglesia católica. Esta circunstancia podría frenar la elección de un Papa de fuera de Europa.

Ratzinger ha impuesto rigor doctrinal en estos años, pero ha soslayado e incluso se ha opuesto a aplicar lo que algunos recuerdan que decía Juan XXIII cuando se le decía que no era posible tratar con modernos, protestantes y ortodoxos. "Unidad en la diversidad", respondía el Papa, que convocó el concilio Vaticano II (1963-1965) precisamente para propiciar un cambio de la iglesia de aquellos años 60, después de la II Guerra Mundial y al comienzo de una expansión económica que habría de cambiar la sociedad.

Ante la situación actual, con la globalización y las finanzas alterando de nuevo la economía, la sociedad, la política y los derechos conseguidos en los últimos 50 años, el difunto cardenal Carlo María Martini, que fue determinante en la elección de Benedicto XVI, proyectó la necesidad de convocar un concilio Vaticano III. Pero la oposición en el Vaticano fue, y es, general. Aunque según muchos teólogos podría constituir una manera adecuada de afrontar una situación que ha podido con Ratzinger, otrora considerado como el "panzerkardenal" por su capacidad de afrontar los temas.

Si se interpela a vaticanólogos y agencias de apuestas, los favoritos son dos: Angelo Scola, arzobispo de Milán y expatriarca de Venecia, y Marc Ouellet, ministro del Vaticano para los obispos. Ambos gozan de la total confianza de Benedicto XVI. El cardenal Peter Turkson, de Ghana, podría ser el primer Papa negro, y como candidato de un país emergente, Odilo Pedro Scherer, brasileño de origen alemán.