Dos mensajes muy diferentes y una misma estrategia marcaron las últimas horas antes del escrutinio de las campañas de Barack Obama y de John McCain. Mientras desde el lado demócrata se apelaba a la prudencia, desde el republicano se hablaba de optimismo. En un país sin restricciones para hacer campaña hasta el último minuto, ambos participaron en actos públicos antes de retirarse para seguir los resultados.

Tras votar en Chicago, Obama participó en un mitin en Indianápolis. La noche anterior, el candidato demócrata había rendido un sentido homenaje a su abuela, fallecida el lunes y que no pudo, por tanto, ver el que puede ser el día más importante de la vida de su nieto. "Ella se ha ido a casa. Así que hay gran alegría y también muchas lágrimas. Era uno de esos héroes anónimos que tenemos en toda América", dijo un emocionado Obama en Carolina del Norte.

En un símbolo de lo que pueden ser estas elecciones, la abuela de Obama votó por anticipado hace unos días. Más de 30 millones de estadounidenses también lo hicieron, uno de los motivos por los que la campaña de Obama se mostraba muy segura de sus posibilidades a medida que se acercaba la hora de cierre de los colegios electorales. Pero tranquilidad no significa autocomplacencia, y hasta el último minuto los demócratas promovieron la participación y advirtieron de que unas elecciones no se ganan hasta que se cuentan los votos, temerosos de que relajarse al final pudiera ser fatal.

OPTIMISMO En cambio, en el campo republicano el ambiente crispado de las últimas semanas pareció haberse relajado. "Yo creo que Sarah Palin y Tina Fey la actriz que borda su imitación en Saturday night live fueron separadas al nacer", bromeó McCain en algunas de sus últimas intervenciones. Recuperado el sentido del humor que solía ser parte de su imagen política y que se perdió en el camino, McCain también apuró las últimas horas antes de acudir a un hotel de Phoenix, e hizo campaña en Nuevo México y Colorado, dos de los estados en que George Bush ganó en el 2004 y que los sondeos le daban por perdidos.

Desde la campaña republicana se sostuvo que los datos indicaban una carrera muy reñida y aún abierta, por lo que advertían de "sorpresas" e instaban a no dar por hecha una derrota que todavía no estaba refrendada en las urnas. En Wasilla (Alaska), Palin se unió a este mensaje de optimismo y recordó un dato: que en caso de un vuelco en las encuestas, puede ser hoy la primera mujer vicepresidenta de EEUU de la historia.