A medida que avanzamos por la carretera de Navalmoral a Castañar de Ibor el paisaje empieza a esconderse tras el humo. El cielo ha desaparecido. El horizonte también. Es difícil imaginar que a ambos lados del camino existe uno de los paisajes más hermosos de Extremadura, o, mejor dicho, existía. EL PERIODICO recorrió ayer las zonas afectadas por los incendios que se iniciaron el jueves en la provincia cacereña, acompañando a los efectivos que colaboran en las tareas de extinción. Este es el relato de lo que hay tras el fuego.

11.00 horas

Son las once de la mañana y el cielo se rompe. Faltan pocos kilómetros para llegar a Castañar y sobre la carretera aparecen varios hidroaviones y helicópteros que se esconden poco después tras el monte. Seguimos a dos coches de la Guardia Civil que se apresuran a Castañar. Aseguran que allí se han reavivado dos focos.

Está todo arrasado y entre el negro, detrás de las casas, se aprecian tres cortinas de humo. Ignacio nos recibe a la entrada del pueblo y nos informa que la carretera está llena de periodistas de varios puntos del país que intentan obtener imágenes para las televisiones, además nos asegura que el peligro no ha pasado, porque hay varios puntos en los que el fuego ha vuelto a aparecer, justo entre Castañar y Navalvillar de Ibor, el pueblo que fue evacuado el jueves. El problema: es casi imposible acceder a la zona en vehículos. Se necesitan medios aéreos. Y llegan. Contamos hasta siete hidroaviones descargando junto al municipio.

12.00 horas

Cambio de retén. A esa hora ya se habla de más de 10.000 hectáreas quemadas y de que ningún municipio estaba en peligro. En la gasolinera de Castañar están los bomberos de Plasencia que acaban de relevar a sus compañeros. Se dirigen a una zona en la que las llamas también han vuelto a surgir, poco más allá del pueblo. Cerca, los helicópteros cargan agua de piscinas particulares --todo vale-- y los hidroaviones siguen perdiéndose en el valle.

12.30 horas

Aseguran que existe un importante foco próximo a Guadalupe. De nuevo otra de las poblaciones afectadas el jueves por los incendios. Para llegar allí es necesario pasar por Navalvillar en un recorrido desolador. El paisaje está arrasado en su mayor parte. Las calles del pueblo que fue evacuado el jueves están desiertas, sólo en una pequeña placita se apiñan los militares del Cimov cacereño cargando mantas, agua y víveres en los autobuses. El capitán Juan Cidoncha asegura que lo peor ya ha pasado y que la gente podrá volver a sus casas en unas horas.

13.30 horas

A cuatro kilómetros de Guadalupe los vecinos montan guardia en la cima de la sierra. Los hidroaviones que se perdían en el valle han hecho bien su trabajo. Parece que todo está controlado, pero hay que vigilar que no se reproduzca el fuego. Dos helicópteros repostan en el municipio cacereño e intentan contactar con los retenes de Castañar. Es imposible. Las comunicaciones no funcionan.

14.15 horas

Salta la alarma. Los incendios vuelven a los términos de Castañar y Navalvillar. Varios retenes se dirigen hacia las zonas afectadas. Parece que hay tres puntos en los que el fuego ha vuelto a reproducirse peligrosamente. Hay mucha confusión y no se conoce cuál es la situación real de otros incendios.

15.15 horas

Las sierras junto a Castañar vuelven a expulsar grandes bocanadas de humo. A un lado de la carretera surgen, entre los árboles, los bomberos de Plasencia, que han conseguido sofocar el incendio al que se dirigieron a las 12.00 horas. Hay que repostar y llegar hasta Navalvillar, en donde, al parecer, hay dos zonas afectadas. Los hidroaviones también se dirigen a esos puntos y empiezan a descargar. Media hora después el humo que surge tras la sierra se ha vuelto blanco, síntoma de que las llamas han remitido.

Llegan varias personas a la gasolinera de Castañar y aseguran que a pocos kilómetros se ha reproducido un fuego que amenaza con arrasar un lugar rico en fauna. De momento sólo hay vecinos en la zona, por lo que solicitan que alguien llame a los retenes o pidan medios aéreos. Poco después aparecen helicópteros que se dirigen hacia ese incendio. Todo ha funcionado.

16.00 horas

La gente ha ido regresando paulatinamente a Navalvillar, aunque todavía hay muchas casas vacías. En una de las calles aguarda Manuel, que espera que varios vecinos le recojan para subir hasta La Joya, un paraje cercano en el que el fuego se ha reproducido por cuarta vez. Se trata de una zona peligrosa y de difícil acceso en la que las llamas crecen a gran velocidad.

Se organiza un improvisado retén entre vecinos y nos dirigimos con ellos hasta el fuego. Tardamos 20 minutos en llegar con los vehículos hasta un enclave en el que se levanta una pared casi vertical. El fuego está arriba y hay que subir andando. Antes hay que parar a llenar los bidones de las fumigadoras, única arma que tienen contra las llamas.

También han llegado dos bomberos de Cáceres con un camión y tres militares del Cimov. Los medios aéreos están en otras zonas. No hay que perder tiempo, los vecinos aseguran que si el viento cambia el lugar se puede convertir en una trampa.

Las comunicaciones siguen sin funcionar, por lo que es necesario formar una cadena para