Hoy se levanta la veda para la caza mayor y en menos de una semana (el 12 de octubre) los aficionados a la caza menor también comenzarán a salir al campo. Se pone en marcha así la maquinaria de una actividad que también es un negocio que mueve cerca de 400 millones por temporada en la región, y las perspectivas son desiguales: se espera un buen año para la caza mayor y algo más complicado para la menor, por la situación que atraviesan desde hace tiempo algunas de sus especies señeras.

«La previsión es francamente buena porque hay gran cantidad de jabalíes, debido a la primavera; la calidad de los venados ha crecido un poco y además las ventas de puestos van por muy buen camino, por lo que hay muchas esperanzas en que sea una temporada magnífica», avanza Ignacio Higuero, responsable de una empresa cinegética y representante del sector. Si será o no la mejor temporada de los últimos años lo determinarán las próximas semanas, pero sí es cierto que se prevé que sea buena y que las capturas llevan ya tiempo al alza. De hecho, en los últimos cinco años se han incrementado entre un 7% y un 30% en el caso de los ciervos en Badajoz y Cáceres respectivamente (la cifra de animales capturados en Cáceres casi triplica a la de Badajoz) y han aumentado también entre un 19% y un 13% respectivamente en el caso de los jabalíes, según un estudio de la Federación Extremeña de Caza.

buen trabajo/ «Eso significa que se está haciendo una magnífica gestión --valora Higuero--, pero hay que mantenerla y no es fácil», apunta Higuero.

El problema de la tuberculosis ha sido uno de los principales lastres para el sector de los últimos años, aunque desde el 2015 se está trabajando con la Junta en erradicar esta enfermedad, de la que ciervos y jabalíes son vectores de transmisión. Se han conseguido avances «pero queda mucho trabajo por hacer», dice el empresario.

Junto a eso, la crisis obligó a las empresas a buscar en el extranjero los clientes que perdían entre los cazadores nacionales. «Se hizo un gran esfuerzo», recuerda Higuero, que valora que la región comienza a consolidarse como destino cinegético internacional y se empiezan a recoger ya los frutos de ese trabajo con la perspectiva, este año, de que se incremente en un 15% la presencia de cazadores extranjeros respecto al año anterior, procedentes fundamentalmente de Francia, Bélgica, Alemania y de los países del Este.

Para este fin de semana ya están previstas cerca de una treintena de monterías por toda Extremadura que, según el sector, se encuentra al 100% de su capacidad en cuanto a la caza mayor. «No hay más cotos, no hay más manchas y no hay más puestos porque no los puede haber. No se puede crecer más», dice Ignacio Higuero. Desde la Junta de Extremadura apuntan a que la cifra total de acciones cinegéticas previstas para este año no se podrá determinar hasta que termine la temporada, pero que en todo caso serán cifras «similares» a años anteriores, esto es, unas 1.500 monterías hasta finales de febrero.

PROBLEMAS EN LA MENOR/ Frente a las buenas perspectivas en la caza mayor, en la menor la temporada será desigual, según las especies. La peor parte, la lleva el conejo, que prácticamente ha desaparecido de la región hasta el punto de que en la última temporada fue en la que menos conejos se han cazado en Extremadura, con 57.000 piezas abatidas, frente a las 155.000, por ejemplo de hace cuatro años (cuando ya había problemas).

«El año pasado se abatieron más ciervos que conejos», dice Miguel Beloki, vicepresidente de la Federación Extremeña de Caza sobre la situación de esta especie, para la que desde la federación llevan tiempo reclamando un plan de recuperación específico que confían en que la Consejería de Agricultura ponga en marcha a continuación de los planes comarcales ya a licitación.

Para otras, como la liebre, a pesar de que está presente la sombra de la mixomatosis (una enfermedad vírica de la que se han dado algunas alertas en la región aunque aún no se haya confirmado ningún caso) no debería ser una mala temporada. Pero donde mejor se prevé la situación es en el caso de la perdiz, donde podría haber un buen año, «a pesar de que en algunas zonas los aguaceros han estropeado nidadas», dice Beloki.

La incógnita únicamente estará en el comportamiento de las migratorias, que está sujeto a que aparezca el frío en Europa central para que estos animales bajen a España buscando destinos más cálidos a partir del mes de noviembre, cuando arranca la temporada tanto en el caso de la paloma torcaz como del zorzal, el primer y el segundo fin de semana de noviembre, respectivamente.