Ni lo dulce ni lo aromático ni lo energético. La apuesta de los agricultores extremeños ante la recesión de los dos cultivos industriales con más peso en la región, el tabaco y el tomate, son los cereales. Al menos así lo indican las organizaciones agrarias y, de momento, lo corroboran los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

"Las explotaciones que no se han sembrado en el 2006 con estos cultivos tradicionales se han destinado a cereales, sobre todo al maiz y al arroz", señala Pepe Cruz, secretario de Agricultura de UPA-UCE en Extremadura. De hecho, la superficie cultivada de cereales de grano durante el último año ha aumentado en cerca de 45.000 hectáreas, al pasar de 348.000 en la campaña 2005 a las más de 393.000 censadas durante el verano pasado.

"Se trata de cultivos que originan poco gasto y, aunque no son todo lo rentables que deberían, los agricultores les sacan provecho", agrega el presidente regional de APAG, Bibiano Serrano, que señala que es una apuesta mucho más frecuente dentro de los terrenos dedicados a regadío.

Esta seguridad en los ingresos, según señalan, es una de las principales causas que ha llevado a los tabaqueros y tomateros a apostar, en primera instancia, por los cereales como alternativa a sus cultivos habituales. Una decisión que, además, ha ido en detrimento de las explotaciones que durante los últimos años se han propuesto como posibles salidas a la crisis del tabaco, como eran los frutales, las plantas aromáticas o los cultivos bioenergéticos.

Con problemas

"La Junta ha realizado algunas pruebas con frutales en el norte de la región, pero los resultados no han sido significativos. Además se trata de un sector en el que hay cierto desconcierto e indefensión", advierte Serrano. Aunque lo cierto es que durante el 2006 la superficie dedicada a frutas ha aumentado en 1.200 hectáreas (hasta las 40.161) en un sector que lideran la cereza, el melocotón, el albaricoque, el almendro y el higo.

Respecto a las plantas aromáticas, que también han sido planteadas como otra posible opción, no han experimentado ningún incremento durante la última campaña y su superficie en la región se mantiene en las 78 hectáreas.

Por su parte, los cultivos energéticos, como por ejemplo la colza, aún no han irrumpido en el campo extremeño, según los datos del Ministerio de Agricultura. "Puede ser una vía y una alternativa importante para determinadas zonas y superficies, pero falta una política decidida que apueste firmemente por ellos y, mientras, esa materia prima se trae a España desde fuera", avisa Pepe Cruz, de UPA-UCE.