La empresa está satisfecha: "Ellos aprenden y a nosotros nos viene muy bien su trabajo". Y también el alumno: "Aprendes mucho". Catelsa es una de las compañías que confía en la Formación Profesional (FP) como caladero de futuros trabajadores. Cada año al menos un estudiante de ciclo formativo realiza prácticas en las instalaciones que este fábrica de componentes de motor, frenos y productos químicos para automóviles tiene en Cáceres.

"Se trata de una formación muy sobre el terreno, con un enfoque muy práctico. Eso permite que, aunque no hayan obtenido los conocimientos teóricos, da una visión del mundo laboral y de la profesión", explica Gonzalo Ezquerra, desde hace seis meses responsable de Recursos Humanos de Catelsa, pero que acumula una amplia experiencia en este campo tras ocupar ese cargo en la Cámara de Comercio de Cáceres durante años. En su opinión, las grandes ventajas de la FP son que las prácticas se convierten en un "magnífico" proceso de selección --"porque permite ver las capacidades, actitudes y aptitudes del trabajador"-- y que permiten al alumno adaptarse rápidamente al entorno laboral.

En Catelsa aseguran que la preparación teórica "ha mejorado bastante" en los últimos años y que la obligatoriedad de las prácticas ha contribuido a lograr una mejor preparación del alumno y mejor rendimiento en la empresa. De hecho, mientras que antes solo pasaban por la empresa en jornadas de un par de horas diarias, ahora están totalmente integrados en la plantilla. En este caso, trabajan ocho horas igual que el resto de empleados.

Lo sabe bien Leticia, que el próximo día 13 finaliza los tres meses de práctica. Con 28 años, una licenciatura en Filología Hispánica y experiencia laboral previa como teleoperadora y administrativa en su currículo, está a punto de acabar el ciclo superior en Administración y Finanzas. "Me lo recomendaron, aunque yo me apunté con miedo, por los mitos que rodean a la FP. Pero he encontrado profesores bastante buenos y una base de conocimientos importante. Se trata de una formación exigente", afirma.

Ella trabaja en el departamento de logística, con la bata azul oscuro siempre encima, igual que los ingenieros, los técnicos o los operadores: "Al principio estaba algo agobiada, porque tenía que adaptarme. Pero ahora estoy muy contenta, porque aprendes mucho y más aquí, donde el ritmo de trabajo es muy dinámico".

Pero, ¿qué diferencias hay entre la formación universitaria y la profesional? Leticia, que ha pasado por las dos, lo tiene claro: "En la universidad te ponen cotas y tú tienes que buscar cómo materializarlas; en la FP la consecución de objetivos es más progresiva, con trabajo diario; pero también el trato con los profesores es más humano y directo en los ciclos. ¿En lo de estudiar? Lo mismo o incluso más, porque he necesitado clases particulares para contabilidad". Y mientras agota los días que le faltan para terminar, sueña con dar el salto definitivo al mundo laboral con una certeza: "El ciclo formativo te enseña a ser más resolutivo". Gonzaloz Ezquerra se sincera: "Estoy convencido de que antes de fin de año tendrá empleo".