"Que vengan, que vengan, les estamos esperando", repite retador uno de los mandos en Bagdad del Baaz, el partido único en Irak. Sus palabras son mucho más que bravuconadas; esconden las claves de la estrategia iraquí. "Estamos dejando que avancen en el campo a través; queremos que se metan en las ciudades para rodearlos y masacrarlos".

Y es que poco a poco, las tropas de Sadam han puesto sobre la mesa las cartas de la estrategia con la que hacen frente a los invasores. Conscientes de que en campo abierto no tienen ninguna posibilidad de victoria, los iraquís se hacen fuertes en las ciudades.

Su intención es arrastrar a las tropas de EEUU a un combate casa por casa, atrapar a los soldados norteamericanos en una guerra a la somalí, donde cada calle sea una ratonera y donde no haya esquina que pueda doblarse sin temor a caer en una emboscada. Allí, la superioridad de las tropas aliadas se diluye en una guerra cuerpo a cuerpo y en calles que los soldados iraquís conocen como la palma de su mano.

GUERRA CUERPO A CUERPO

Los preparativos de esta estrategia son especialmente visibles en Bagdad. En todo su perímetro, los militares han cavado líneas defensivas. Miles de soldados esperan a las tropas de EEUU apostados en cientos de trincheras y túneles cavados en múltiples direcciones, y donde hay artilladas numerosas ametralladoras pesadas.

Además, por primera vez, se ha podido ver en Bagdad a los famosos y hasta ahora invisibles miembros de la guardia republicana, los soldados de élite del Ejército iraquí, inconfundibles por sus uniformes negros.

Esa estrategia de esperar en los núcleos urbanos explica que los soldados estadounidenses se hallen a sólo 160 kilómetros de Bagdad, pero que aún no hayan sido capaces de tomar ninguna ciudad. "Decían que en 72 horas iban a conquistar Bagdad, pero han pasado cuatro días de guerra y ni siquiera han sido capaces de ocupar Um Qasar, que es un pueblo minúsculo y que está al lado de la frontera con Kuwait", dice un sargento. "Vamos a convertir Bagdad en un infierno para los norteamericanos", añade.

Los iraquís también tienen planes con los que creen que podrán hacer inservible la superioridad de la aviación de EEUU en los cielos de su país. Para impedir que los satélites puedan fotografiar la ciudad (y evitar así que se vean los movimientos de tropas y dónde se lanzan los misiles), el régimen de Sadam lleva incendiando desde el sábado decenas de zanjas rellenas de petróleo, algunas de ellas ubicadas en el centro de la ciudad. Ayer, la capital amaneció protegida por un caparazón de espeso humo que convirtió la jornada en un día nublado y, seguramente, a Bagdad, en la ciudad más contaminada del mundo.

ESTRATEGIA CONTAMINANTE

Los pulmones de Guillermo Godó, un escudo humano español, sufrieron los efectos de esa contaminante estrategia. "He venido --dice-- al centro de Bagdad a tomar un poco el aire, porque cerca de la refinería de Dora, donde estamos nosotros, están quemando petróleo y no hay quien respire". Los periodistas bromeaban sobre el hecho de que, con tanto humo en el aire, se puede pasar del tabaco. "Aquí respiras y es como si te fumaras un Ducados", ironizaba uno.

Los médicos iraquís reconocen que la gente pagará cara esta táctica defensiva. "Diez fosas de petróleo ardiendo en una ciudad generan una contaminación terrible que va a causar muchos problemas de salud, sobre todo respiratorios", dice Anas, un médico que cree que el sacrificio vale la pena. "Estamos en guerra, y hay que elegir. Quizá el humo nos haga caer enfermos. Pero las enfermedades pueden tratarse; en cambio, los misiles matan. Y entre el humo y los misiles escogemos el humo".