A las diez de la mañana el cacereño Centro Cultural San Francisco estaba ya en plena ebullición. Consejeros, directores generales, alcaldes y otros altos cargos socialistas recorrían los pasillos en una incesante marea que inundó la cafetería.

En torno a las once de la mañana Ibarra entraba en el auditorio del San Francisco acompañado por la ministra de Vivienda, María Antonia Trujilllo, y arrancaba el noveno Congreso del PSOE de Extremadura, que estuvo presidido por la secretaria local del PSOE de Cáceres, Carmen Heras. Tras ella se sentó Ibarra, flanqueado por auténticos pesos pesados del partido como Federico Suárez, Eugenio Alvarez, Francisco Fuentes y Ramón Ropero.

Durante la sesión matinal el calor era asfixiante en el auditorio y cualquier cosa valía como abanico, especialmente las papeletas del inconfundible color rojo PSOE que llenaban la sala de colorido.

A partir de ahí arrancaron las intervenciones de los invitados. Todos recurrieron al tópico del "saludo fraternal" para "los compañeros y compañeras" del partido. Como suele ocurrir en estos actos, el dirigente de UGT, Miguel Bernal, fue el que más se alargó. El que no pudo estar presencialmente, aunque sí lo hizo a través de una carta, fue Estanislao Martín, el secretario general de los regionalistas de Prex-Crex.

Orgulloso de su pueblo

Tras el guiño catalán de Celestino Corbacho saltó al estrado el líder agrario Lorenzo Ramos, que reconoció lo difícil que se le está haciendo su nueva vida en Madrid. "Cuando me preguntan donde vivo, lo tengo claro: En Valdelacalzada, mi pueblo", donde pasa tres o cuatro días a la semana. Y eso que en Madrid, según dijo, mucha gente aún no sabe que en Extremadura hay un aeropuerto. "Pues sí, lo hay y es mejor que el vuestro", responde sin dudar.

Tras el informe de gestión de Ibarra, que reiteró gran parte de lo dicho semanas antes en el Debate del Estado de la Región, volvió la política de pasillos, donde lo más comentado fue, sin duda, el mensaje de las ideas que, según el modelo propugnado por Ibarra, deben presentar los militantes.

Ya por la tarde María Antonia Trujillo organizó, en el mismo San Francisco, un encuentro con un grupo de jóvenes a los que trasladó los beneficios del Plan de choque aprobado por el Gobierno en materia de vivienda. A las siete menos veinte Heras hacía oficial un secreto a voces: Ibarra había logrado el apoyo de más del 98% de los delegados.