CiU, ganador moral de las elecciones en Cataluña (es la única candidatura que suma votos en comparación con el 2004) se permitió ayer amargarle (al menos lo intentó) la alegría al PP, vencedor indiscutible de las elecciones europeas. Los populares lanzaron un reto al PSOE nada más levantarse la jornada política. José Luis Rodríguez Zapatero debe someterse a una cuestión de confianza en el Congreso. Pero este es un cartucho político que solo puede ser presentado por el presidente del Gobierno. La bala de la oposición es la moción de censura.

Ahí irrumpió astuto el jefe de filas de CiU en el Congreso, Josep Antoni Duran Lleida. Animó al PP a presentar dicha moción de censura, pero de inmediato apuntó que no cuente en la votación correspondiente con el respaldo de su grupo. Duran subrayaba así, de forma implícita, que en su día el PP dinamitó los puentes de relación con CiU al recurrir contra el Estatuto catalán en el Constitucional. Es decir, que si el resultado del 7-J revela que el PP no tiene aún mayoría absoluta, la realidad indica que no cuenta con socios potenciales claros para gobernar.

En el PP se sostiene que, dada la "debilidad" del Gobierno, hay que tener preparadas las generales en previsión de un posible adelanto. E ir pensando en hincar los codos para aprobar asignaturas pendientes, como la de rehacer lazos rotos con fuerzas nacionalistas.

LLAMADA DE URKULLU Los conservadores creen que, en el mejor de los escenarios posibles, conseguirían derrotar al PSOE, pero con una mayoría simple. Y saben que, a la hora de firmar acuerdos, los populares resultan, "en principio", más antipáticos a los grupos pequeños. El equipo de Mariano Rajoy está empeñado en darle la vuelta a esa situación y, en los próximos meses, seducir a CiU o PNV agitando su descontento con Zapatero. Un acercamiento que puede verse dificultado por espinas difíciles de arrancar: el pacto que el PP mantiene con el PSE en Euskadi y el recurso que el PP presentó en el Constitucional contra el Estatuto catalán.

En lo que concierne a los peneuvistas, Rajoy ya tiene una parte de los deberes hechos, pero solo una parte: el líder del PNV, Iñigo Urkullu, le telefoneó hace unos meses para tentarle a apoyar un Gobierno nacionalista en País Vasco, dando la espalda al socialista Patxi López. El presidente de los populares le dio un no por respuesta, aunque no cerró la puerta a colaborar en un futuro, siempre y cuando no se busque un choque de idearios. A Urkullu le interesa más que a Rajoy acelerar esa reconciliación, ya que sonreírle al PP es sinónimo de debilitar la alianza constitucionalista en Euskadi. Pero los populares, de momento, nadan y guardan la ropa en tierra vasca, donde su próximo objetivo es recuperar la Diputación de Alava de la mano del PSE.

Cosa distinta es el cortejo de CiU. "Ya veremos quién tiene que cortejar a quién en Cataluña, dependiendo del resultado electoral", sostienen desde el PPC. En este contexto, afirman que la estrategia a seguir ahora es preparar las próximas elecciones autonómicas "sin demasiados guiños ni demasiados capones" a los convergentes.

¿Y el recurso contra el Estatuto catalán? Para los populares, no es un escollo insalvable, ya que confían en que el Constitucional hará una lectura del texto que, sin recortar derechos, "servirá a todos". "Todavía no he hablado en privado con nadie de CiU que me diga en serio: ´retira el recurso´", dijo ayer un destacado dirigente de los populares. Sostienen miembros del grupo de CiU en el Congreso que la federación catalana practicará una equidistancia inamovible hasta que lleguen las elecciones catalanas. Al PSOE, ni agua. Pero al PP, tampoco. Su objetivo: que los dos grandes se aticen.