Acaban de llegar a Bagdad y la situación ya se les ha ido de las manos. Un día después de la liberación del pueblo iraquí, la nube de euforia se ha disipado y ha permitido ver a los bagdadís que, por el momento, lo único que han traído los tanques estadounidenses ha sido una situación de caos y saqueos generalizados que han convertido a la capital en una ciudad sin ley.

"Por favor, protegednos, colocad un tanque en la puerta, hay decenas de ladrones que están arrasando el barrio y van a venir a saquear este hospital", suplicó un empleado del hospital Ibn Nafis a un sargento de los marines. "¿Por qué no hacen algo para detener este caos?", le preguntó, hecho un manojo de nervios, un médico que insistía en la necesidad de que los norteamericanos formen cuanto antes una nueva policía iraquí.

El marine no sabía cómo salir del paso. "Haré lo que pueda, pero no les prometo nada. No es que no quiera protegerles, sino que no dispongo de los hombres suficientes para hacerlo", explicó.

La realidad es que la escasez de militares impide a las fuerzas estadounidenses controlar todo Bagdad. La mayor parte de los barrios son territorio comanche donde las bandas de saqueadores y los milicianos incontrolados imponen su ley.

MEROS ESPECTADORES

Al no sentirse lo suficientemente fuertes, las tropas norteamericanas prefieren no intervenir. Este periodista fue testigo de cómo un grupo de iraquís arramblaban con todos los muebles y electrodomésticos del Ministerio de Agricultura y los cargaban en un camión, a sólo tres metros de un todoterreno en el que estaban apostados tres marines que se limitaban a contemplar la escena.

Algunos de estos militares dijeron comprender a los saqueadores. "Si ese hombre --explicó un marine-- se lleva un frigorífico, es porque probablemente desea tener una nevera por primera vez en su vida. Yo no digo que eso sea bueno, pero quizá no es tan terrible. Es posible que yo hiciera lo mismo en su situación".

La noticia de la permisividad de las tropas estadounidenses se extendió rápidamente entre las hordas de saqueadores que, sintiéndose seguros, ampliaron su lista de objetivos. Si al principio sólo asaltaban edificios gubernamentales, enseguida se dedicaron a desmantelar embajadas extranjeras, barrios de clase alta y hasta hospitales. "No estoy robando nada", se defendía un saqueador que empujaba un carro cargado con una enorme nevera y un aparato de aire acondicionado. "Tengo derecho a llevarme estos objetos, porque han sido comprados con el petróleo de mi país".

SITUACION "NORMAL"

"Esta situación de saqueo es normal. Es la forma en que los iraquís expresan el sentimiento de liberación que les embarga después de la caída del régimen, que les ha oprimido brutalmente durante los últimos 30 años", manifestó Hami, un funcionario del Ministerio de Educación.

La cuestión es que el pillaje alcanzó ayer proporciones industriales. Los saqueadores desvalijaron las embajadas de Malasia, Corea del Sur y Alemania, esta última ubicada en pleno corazón de Bagdad. Un iraquí que vive junto a la embajada española declaró: "O viene alguien a proteger la embajada o en poco tiempo también la van a saquear".

Al principio, el saqueo fue relativamente pacífico. Hombres de apariencia inofensiva entraban en las sedes oficiales y se llevaban lo que podían. Además, se asaltaban sólo edificios vacíos. Sin embargo, la ola de pillaje fue cada vez más violenta, y por la tarde ya se podía ver a numerosos saqueadores armados con cuchillos y navajas.

VACIO DE PODER

Era evidente el vacío de poder. Un periodista fue testigo de cómo un bagdadí mató de un tiro a su vecino cuando éste se opuso a que se llevara su coche. En las zonas que escapan al control de los marines, los antiguos milicianos fieles a Sadam participan también de la orgía. Armados con sus kalashnikovs, asaltaron a los conductores para robarles. "Circular en coche por Bagdad es un infierno", explica Farid, un taxista. "O te asaltan los milicianos o los tanques americanos te disparan", denuncia.

El caos que vive la ciudad ha hecho que incluso los partidarios de EEUU empiecen a ver las cosas de otra manera. Rami, un joven que semanas atrás soñaba con que una bomba de EEUU acabara con Sadam, reconoce ahora: "En 30 años con Sadam en el poder, nunca hubo este caos. Por ahora no hemos visto muchas cosas buenas de los norteamericanos".