Las cadenas de distribución recurren a las marcas blancas para completar su oferta de productos y para que el consumidor tenga al menos tres alternativas de compra diferenciadas en precio, y alguna marca más. En el caso del pan de molde, por ejemplo, la empresa de distribución suele pedir al fabricante, normalmente el líder del sector, un producto de calidad similar a un precio algo inferior. El precio dependerá del volumen de ventas previsto, los cambios en la composición del producto y el ahorro en el envasado.

La calidad del pan puede variar, pero no necesariamente se pacta que sea inferior, ya que el nuevo producto no tiene que afrontar costes de publicidad.