La cocaína es un estimulante cerebral extremadamente potente y sus efectos son similares a los de las anfetaminas. Curiosamente la cocaína se empleó inicialmente en el tratamiento de trastornos respiratorios y depresivos, además de en intervenciones quirúrgicas por su efecto analgésico. No fue hasta principios del siglo XX cuando empezó a consumirse por vía nasal.

El consumo de esta sustancia se relaciona estrechamente con hechos delictivos y de violencia y provoca importantes daños cerebrales. Es extremadamente adictiva, sus efectos se perciben a los 10 minutos de su ingesta y duran unos 20 minutos.

Al inicio del consumo las sensaciones que provoca son placenteras, aunque, un tiempo después, produce irritación, alucinaciones, delirios paranoides, amnesia, confusión, fobias, ansiedad, depresión o tendencias suicidas, entre otros efectos. Tiene una alta capacidad para producir daños y destruir células.