¿Podría usted aguantar colas de hasta tres horas a las puertas de un colegio electoral solo para ejercer su derecho a voto en unas elecciones generales? Hoy simplemente plantear esta circunstancia puede resultar descabellado, pero en 1977 fueron muchos los extremeños que quisieron o se vieron obligados a hacerlo. La lentitud del proceso y la masiva afluencia de ciudadanos a las urnas formó largas colas en los centros, donde unos aguardaban de pie, pero otros llegaron a recurrir a sillas --traídas de sus propias casas o cedidas por las instituciones públicas-- para aliviar la espera. Así lo narraban las crónicas de este diario y los testigos de aquellos días en los que la región extremeña, al igual que el resto del país, acogió los primeros comicios democráticos tras la muerte de Francisco Franco.

Aquel 15 de junio, del que hoy se cumple el trigésimo aniversario, amaneció soleado en la mayor parte de la región. Atrás quedaba una borrasca que había dejado inundaciones en determinados puntos de la geografía española, pero no el temor a que el franquismo intentase atajar el proceso de apertura política en el que se encontraba inmiscuido el país.

Las cosas eran muy diferentes. Por ejemplo, en la provincia de Cáceres, el PSOE fue el único partido que apostó por un núcleo urbano fuerte para su cierre de campaña. Los socialistas ofrecieron su último mitin en la plaza de toros de Cáceres, con todas las localidades disponibles llenas y con un final de fiesta accidentado: el acto se retrasó una hora por una avería en un tendido eléctrico. El resto eligió localidades menores, como Alianza Popular (AP), que se trasladó a Alcántara y Brozas.

La parafernalia electoral llegó a cubrir calles enteras de panfletos, fotografías y programas políticos. Solo en Cáceres, "en la Plaza Mayor y en Pintores se retiraron más de dos camiones repletos de restos de publicidad electoral". La rivalidad entre los partidos originó además otro tipo de sucesos como el robo de uno de los coches de propaganda de AP.

Aquel día 15, miércoles, la jornada se caracterizó por la "presencia masiva --de votantes-- en algunos colegios electorales desde primeras horas". Pero también por el gran operativo policial y militar desplegado por las principales calles de cada localidad y en los edificios gubernamentales. El Gobierno, en la que se conoció como Operación Ariete , había movilizado a la Guardia Civil y al Ejército para garantizar la seguridad durante los comicios. E incluso hizo trasladar a la región a un destacamento de policías armados procedentes de Córdoba.

Problemas con el censo

Pese a este fuerte dispositivo, la jornada transcurrió "con calma y tranquilidad", aunque el tiempo de espera para poder depositar las papeletas en las urnas llegaba incluso a superar las tres horas. Los únicos incidentes tenían que ver con fallos en las listas del censo, lo que impidió a algunos extremeños ejercer su derecho a voto. Otros lamentaban la lentitud del proceso, llegando incluso a entretenerse en contar cuántos electores votaban. "Ocho personas en una hora", aseguraba un particular a las puertas de un colegio.

El proceso fue lento. Una vez cerrados los colegios electorales, a las ocho y media de la tarde, el recuento se alargó hasta la jornada siguiente y los resultados no se dieron por definitivos hasta la madrugada del día 22. En total votaron 534.737 personas de las más de 692.500 censadas en la región y la participación fue del 77,2% del electorado, una de las más bajas de todo el país --junto a comunidades como el País Vasco (77,2%), Canarias (73,1%) o Galicia (60,7%)--.

La victoria en la región fue para la Unión de Centro Democrático (UCD), que obtuvo el 50,1% de los votos (264.426 sufragios) y ocho escaños en el congreso. Como segunda fuerza política emergió el PSOE, tras lograr la confianza del 30,8% de los votantes (162.624 votos) y cuatro diputados en el Congreso. Por su parte, ni Alianza Popular (AP), con 41.396 acólitos, ni el Partido Comunista de España (PCE), con 28.729, consiguieron representación parlamentaria.

Entre esos diputados electos estaban nombres como los de Enrique Sánchez León, Antonio Masa, Manuel Jesús García, Dolores Blanca Morenas, Juan Rovira, Manuel Bermejo, Santiago Parras y Felipe Romero, todos por parte de UCD. Los cuatro representantes del PSOE extremeño fueron Pablo Castellano, Luis Yañez-Barnuevo, Salvador Soriano y Juan Carlos Rodríguez Ibarra --actual presidente en funciones de la Junta--.

UCD también se impuso en las elecciones para el Senado, con un total de cinco parlamentarios (Pedro Cañada --hoy líder de Extremadura Unida--, Joaquín Hurtado, Antonio Rodríguez Reguera, Luis Ramallo y Vicente Sánchez Cuadrado). Pablo Naranjo fue el único senador electo del PSOE y en la provincia de Badajoz apostaron por dos independientes, Juan Antonio Cansinos y Alfonso Moreno.