Son las paradojas del mercado alimentario español. Hay agricultores y ganaderos que están vendiendo sus productos más baratos que hace un año; y pese a ello, en el supermercado ese mismo género resulta ahora más caro de lo que era entonces. El pollo fresco es un buen ejemplo: los criadores están percibiendo durante las últimas semanas 1,64 euros por kilo, es decir, 13 céntimos menos que en las mismas fechas del 2008. Sin embargo, su precio medio en la carnicería es de 3,09 euros, 12 céntimos más caro que hace un año.

Y la situación se repite con la ternera o la lechuga, según ponen de manifiesto los datos recogidos por el Observatorio de Precios Origen-Destino de la Alimentación , un organismo creado por el Gobierno central con el objetivo de dar transparencia a los mercados y detectar situaciones abusivas en los márgenes comerciales.

"Lo que estamos comprobando es que no hay una relación lógica entre los precios que se pagan al agricultor y los que luego nos encontramos en la tienda", explica David Erice, técnico de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA). "Los establecimientos fijan el coste final del producto en función de lo que los clientes están dispuestos a pagar en cada momento", continúa.

El descenso de precios de origen experimentado por productos como el pollo, la ternera o la lechuga no ha repercutido sobre el bolsillo de los consumidores, salvo en casos casi excepcionales como la carne de cerdo (con un precio más bajo ahora tanto para el ganadero como para el cliente final). Pero tampoco todas las subidas llegan al supermercado. Los productores de huevos, por ejemplo, cobran la docena a siete céntimos más que hace un año (entonces, a 0,55 euros), sin embargo su precio en tienda se mantiene en torno a 1,35 euros, igual que hace 12 meses.

Margen de maniobra

Según David Erice, hay dos factores que explican esta situación. Por un lado, "la reducción de la oferta, por la desaparición de explotaciones productoras o porque esté acabando la campaña, incrementa el precio". Del otro lado, está la que, a su juicio, es la clave de todo: "los grandes márgenes de beneficios con los que operan intermediarios, distribuidores y establecimientos les permite mantener precios aunque a ellos les cobren los productos algo más caros". Esto también explica, en su opinión, las agresivas campañas de descuentos y promociones lanzadas por varias cadenas de supermercados. "A pesar de todo, no pierden dinero con esas rebajas; solo juegan con un menor margen de beneficios", subraya el técnico de la organización agraria UPA.

Esta es otra de las circunstancias que pone de manifiesto el Observatorio de Precios Origen-Destino . Desde que salen de las manos del agricultor o el ganadero hasta que llegan a la mesa de las familias españolas el precio de la mayoría de los productos agroalimentarios se duplica, triplica e incluso se multiplica por cinco. La ternera, por ejemplo, vale cinco veces más en la carnicería de lo que percibe el ganadero --15,16 euros por kilo, frente a 3,36 euros--, y lo mismo ocurre con la cebolla --1,10 en la tienda, y 0,20 al agricultor-- o la manzana golden --1,68 euros frente a 0,36--.