El sistema nacional de salud español ha ido incorporando las principales técnicas de diagnóstico por la imagen y el material médico quirúrgico de última generación a medida que salía al mercado, al igual que los fármacos que sustituían a sus predecesores, sin que en todos los casos estuviera justificado el cambio. Los medicamentos nuevos suelen triplicar en precio a aquellos a los que suplen, sin disponer del valor de la experimentación que sí tienen los antiguos. Este mecanismo queda cuestionado en el informe Vilardell, que plantea actualizar" la cartera de servicios con criterios de coste-efectividad, revisar con ese mismo patrón la tecnología disponible y solo añadir al sistema los nuevos medicamentos que supongan, en efecto, una innovación.