Fernando Hernández dedicó su vida a su profesión, el periodismo, y a su pasión, su familia. Fue socio fundador de Andeni, la asociación que ha propiciado la llegada de más de 300 niños chinos a hogares extremeños, y a través de la que mostró su lado más generoso.

Una enfermedad impidió que subiera él mismo a recogerlo. En su lugar fueron su mujer, visiblemente emocionada, y su hijo Fernando quienes recogieron el premio que "hubiera compartido con muchos", pero en especial con sus padres y con sus hijos, con quienes siempre se comportó como "un padrazo", y que le ha llegado de manos de una tierra a la que "amaba y respetaba".

Dice su mujer que después de 30 años informando, Fernando era un gran conocedor del "paisaje humano" que recorre toda Extremadura, de la que ha sido uno de los cronistas de la evolución que ha experimentado en estas tres décadas.