Cuatro localidades extremeñas viven de muy distinto modo la presencia de la Vuelta a España en sus calles. Tres de ellas han pagado por ser sede. La otra, Badajoz, protagoniza toda una paradoja: se beneficiará indirectamente de todo lo que rodea a la competición, pero no verá a los ciclistas en sus calles.

Badajoz, como una ´ciudad dormitorio´ Olivenza disfruta de su ´renacimiento´ Cáceres, la gran apuesta del año Plasencia se ilusiona ya con su salida