El día 9 de octubre del 2003 el Ejército confirmaba la información adelantada por este diario: los soldados de la base pacense de Bótoa estarían entre los efectivos encargados de realizar el relevo a las tropas españolas desplazadas a Irak. Entonces, los militares extremeños, acostumbrados a las misiones humanitarias, no se imaginaban que la estancia en las zonas de Nayaf y Diwaniya sería uno de sus trabajos más peligrosos. El resultado: más de 18.000 misiones, combates contra los radicales iraquís y ocho heridos en emboscadas tendidas por los rebeldes, en las que también murieron una decena de iraquís. Esta es la historia de la Plus Ultra II.

Tras un encuentro del exministro de Defensa, Federico Trillo, con los miembros de la Junta de Jefes de Estado Mayor, se acordó que la base del nuevo contingente que compondría la Brigada Plus Ultra procedería de la Brigada de Infantería Mecanizada Extremadura XI, cuyo jefe, el general Fulgencio Coll Bucher, sería el encargado de sustituir al general Alfredo Cardona al mando de unas tropas que se completarían con efectivos de la Legión de Málaga y Almería.

Se rompe la calma

Coll, junto a otros mandos de la base pacense de Bótoa se desplazó hasta Nayaf para supervisar la zona que ocuparían los extremeños. Entonces, el general aseguraba que las condiciones de seguridad, tanto en Nayaf como en Diwaniya eran óptimas, pero, días antes de que partiera el primer contingente del relevo, el clima de tensión se disparó tras el asesinato en Bagdad de siete agentes españoles del Centro Nacional de Inteligencia. La Plus Ultra II no lo tendría fácil y desde la Junta de Extremadura se exigía al Gobierno mayores garantías de seguridad para el contingente extremeño.

La tensión se trasladaba a los despachos de Defensa. Algunos familiares de los soldados mostraban su temor porque la misión humanitaria pudiera adquirir tintes bélicos y, en el último instante, el Gobierno decidía retirar la invitación al presidente extremeño, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, al acto de despedida de las tropas en la base pacense, alegando que "por razones de duelo --en referencia a la muerte de los agentes españoles-- el acto castrense se circunscribirá a los componentes de la brigada y a sus familiares".

El 10 de diciembre partía de Talavera el primer grupo de 243 soldados de la Plus Ultra II, a los que tres días más tarde se les uniría Fulgencio Coll, que instalado ya en Base España (Diwaniya) aseguraba en una entrevista a EL PERIODICO que, debido a las fuertes medidas de seguridad que habían tenido que adoptar, "la relación con la gente no era tan buena como en Bosnia o Kosovo" e incidía en que los iraquís les veían "como fuerzas de ocupación". Además, avanzaba la importancia que tendrían las entrevistas con las autoridades, líderes tribales y jefes de partidos políticos de la zona.

Comienza el duro acoso

La mayor parte del tiempo que ha durado la misión, las tropas y los acuartelamientos de la brigada, formada por España, República Dominicana, Honduras y El Salvador, fueron objeto de numerosos ataques armados, pero el primero de los incidentes graves ocurrió el 11 de febrero, cuando cinco militares españoles --tres de ellos extremeños-- resultaron heridos por la explosión de una bomba al regresar de su patrulla a Base España.

El peligro se incrementaba en la zona, mientras que España se preparaba para un importante cambio político. La victoria del PSOE en las elecciones generales del 14 de marzo afectaba de lleno a las tropas desplazadas a Irak. Zapatero reiteraba la promesa realizada en campaña electoral: la retirada de los militares si la ONU no asumía el control de la zona, un anuncio que provocó un revuelo internacional.

En el mes de abril los ataques a las tropas extremeñas se endurecieron. El fuego de mortero era habitual y el contingente de Bótoa estaba en alerta máxima. La policía iraquí había desaparecido de Diwaniya y Nayaf y las milicias tenían el mando. Comenzaban los momentos más críticos de la misión.

El general Coll tuvo que trasladar su puesto de mando de Diwaniya --sede del cuartel general-- a Nayaf por la gravedad de las revueltas e inició una serie de contactos con los líderes de la zona para frenar la escalada bélica, consiguiendo que la policía iraquí recuperara algunas comisarías. Pero el 9 de abril tres militares españoles, dos de ellos extremeños, resultaron heridos en una emboscada perpetrada por extremistas chiís durante una patrulla nocturna en Diwaniya.

La retirada

Para entonces ya se preparaba el siguiente relevo de tropas, en medio de una oleada de secuestros que estaba empujando a los extranjeros a abandonar Irak. Así, el 16 de abril regresaban a Talavera los primeros 253 soldados de la Plus Ultra como antesala del anuncio que haría Zapatero dos días después: Las tropas españolas se retiraban de Irak.

Desde entonces la situación no parece haber cambiado mucho. Las emboscadas a los soldados se suceden, aunque los extremeños ya no están allí.