El maltrato machista, alimentado por la desigualdad, se ha puesto en el punto de mira para ser cuestionado. El acuerdo andaluz del PP con Vox (y la complicidad de Ciudadanos) no recogió finalmente acabar con la ley de violencia de género, pero en el ADN de este partido de ultraderecha está luchar contra la normativa que protege a las mujeres. Y han conseguido que se genere un gran debate. Ellos hablan de «violencia intrafamiliar» y proponen erradicar todas las agresiones en el ámbito del hogar sin perjudicar a los hombres. También quieren imponer el término «ideología de género» (un concepto creado por el Vaticano para atacar los derechos de la mujer) con el fin de justificar la «desprotección del hombre».

Básicamente intentan volver a atrás. Antes de que entrara en vigor la ley de violencia de género, en 2004, se denominaba violencia doméstica a todos los malos tratos en el contexto familiar.

Pero era necesaria una normativa específica para abordar un tipo de agresiones que «se ejerce siempre bajo un sistema de dominio y control basado en el patriarcado, que pretende la sumisión», tal y como lo definen en el Instituto de la Mujer de Extremadura (Imex).

LA RADIOGRAFÍA

Los datos aportan el alegato. La radiografía más concreta la ofrece el Instituto Nacional de Estadística (INE). La más reciente es de 2017. Ese año hubo en Extremadura 720 casos de malos tratos de hombres a mujeres por 185 agresiones domésticas. O lo que es lo mismo: cuatro veces más violencia machista que «intrafamiliar». Pero es que además, de esos 185 casos, en 124 las víctimas fueron también mujeres, siendo sus hijos los agresores en más de la mitad de las ocasiones.

Y si hubo 165 personas condenadas por violencia doméstica en la comunidad, casi el 62% fueron hombres (que agredieron a un hijo, su padre, su madre... porque si lo hacen a su pareja o expareja, pasa a ser violencia de género).

El balance regional no es más que un reflejo de lo que ocurre en España. A nivel nacional, en 2017, hubo 29.000 ataques machistas por 6.900 «intrafamiliares», en los que, igualmente, el dato más alto de agredidos correspondía a mujeres.

El argumento de Vox de «desprotección del hombre» cae por su propio peso. Las cifras vuelven a hablar por sí solas. Plasman la realidad y despejan dudas.