Quieren hacer creer que el problema está en el universidad y no en la corrupción política. Pero a mí no me engañan. Ni a mí ni a mucha gente», expresa María Isabel Dordio Gamero. Ella tiene dos másteres: el de investigación en Artes y Humanidades y el de Formación del Profesorado. Para el primero consiguió una beca; el segundo lo pagó trabajando en la hostelería los fines de semana. Prácticamente los dos son necesarios para presentarse a las oposiciones de Secundaria: «El del profesorado ya es obligatorio (antes era un curso más barato y más corto); y el otro es un extra para lograr más puntos de cara al examen, de manera que casi todo el mundo lo hace», explica esta joven de 25 años, natural de San Francisco de Olivenza y que completó el grado de Filología Hispánica. «A las personas normales se nos exige esfuerzo, para otros hay privilegios...», se lamenta.

El máster de investigación que estudia Celia Núñez Cordero (24 años, de Olivenza) cuesta 1.300 euros, una cuantía que ha podido asumir gracias a que fue ahorrando con las becas recibidas durante el grado de Biología. «Lo que tengo claro es que el trabajo final requiere una gran dedicación durante muchos meses. Y es muy desagradable que pasen estas cosas porque los alumnos ponemos muchos empeño», declara. «La realidad es que ahora mismo una carrera por sí sola no significa prácticamente nada, por eso es tan importante obtener esta otra titulación, que por supuesto nadie te regala», subraya esta joven.

«A mí me fastidia que una universidad pública consienta que pasen estas situaciones cuando los estudiantes nos lo estamos currando. Y ahora parece que la gente cree que un máster es que pagas un dinero y te dan el título», apunta María Carmona González, de 22 años y procedente de Campanario. Ella cursa el de Enseñanza de español como lengua extranjera. Dura un año y cuesta casi 1.700 euros. «Tengo una beca del ministerio y otra de colaboración a cambio de trabajar en la biblioteca». Ya está pensando en el trabajo final, «el modelo comunicativo de la cultura española», explica. «Hay que dedicarle bastantes horas».

«Parece que te lo regalan, ¿no? Pues no. Cualquiera que esté ahora mismo estudiando tiene que sentirse indignado». Así lo resume Alberto Martínez Brígido, pacense de 24 años. Él terminó Biología y ahora cursa el máster de Biotecnología avanzada. Son unos 2.300 euros, es de los más caros. «En el mercado laboral tienes más oportunidades si presentas esta titulación, además de ser una manera de especializarte, de seguir aprendiendo», defiende este joven.

Abrir puertas

Son voces de estudiantes de la Universidad de Extremadura (Uex) que actualmente están inmersos en un máster. Tras el caso Cifuentes y la fraudulenta obtención de su título, estos jóvenes vienen a reivindicar que conseguir esta acreditación significa muchas horas y meses de dedicación, además del apretón económico. Y evidencian que se opta por completar esta formación porque, aunque el mercado laboral siga muy dañado, es un camino que abre puertas.

Pero además, estos alumnos extremeños quieren poner el foco en la corrupción política al mismo tiempo que defienden la universidad pública donde ellos y sus compañeros, insisten, se esfuerzan cada día.

Desde la propia institución, el director de Planificación Académica de la Uex, José Antonio Gutiérrez, que deja claro que opina como profesor independiente, sintetiza así lo sucedido: «Es una pena, una gran pena. Y como ocurre siempre con este tipo de casos, al final pagarán los más débiles. Además del inevitable daño que se le está haciendo a toda la comunidad universitaria».

«El problema está -continúa Gutiérrez- en que no existe una ley de financiación de las universidades públicas que establezca una cuantía fija inamovible y que defienda el funcionamiento de la institución. Depende directamente del presupuesto de las comunidades autónomas y de sus gobernantes». De ahí que haya grietas por las que puede entrar la corrupción política.

Por obligación

En cuanto a qué significa obtener la titulación de máster, el director de Planificación Académica coincide con los alumnos en que esta acreditación es prácticamente indispensable en el actual mercado laboral. De manera que un alto porcentaje de alumnos hacen la matrícula (la cifra ha sido de algo más de un millar en los tres últimos años).

Además, tras la llegada del Plan Bolonia, en algunos casos son directamente obligatorios para poder ejercer la profesión. Es lo que ocurre, por ejemplo, con los profesores de instituto o los abogados.

La oferta de la Universidad de Extremadura para el próximo curso académico es de, en principio, 45 másteres. El más caro supera los 2.000 euros.

La traducción al terreno laboral es que, según un informe de Adecco, el 40% de las ofertas de empleo para universitarios requieren un título de máster. Y además, este tipo de formación de postgrado es el que oferta salarios más elevados, ya que la media se sitúa en los 30.943 euros anuales.

Por todo ello, indigna aún más el hecho de que existan fraudes y privilegios.

Quien también ha querido pronunciarse esta semana sobre la polémica del caso Cifuentes ha sido el rector de la Uex, Segundo Píriz. Defendió el sistema universitario y la institución pública en particular frente a los que «aprovechan de forma espuria para cargar contra ella por el accidente ocurrido con la presidenta madrileña». Píriz argumentó que esta institución presta un «servicio fundamental para el progreso de las sociedades al facilitar que las primeras generaciones de muchas familias accedan a la educación superior».

Y añadió: «Si ha habido errores tendrán que ser las propias universidades, en este caso la Rey Juan Carlos, la que deba depurarlos, pero aprovechar para cargar contra todo el sistema, me parece que no tienen razón».

Para los cuatro universitarios extremeños, «lo más triste es que ya no sorprende que pasen estas cosas». Y reiteran que el problema está fuera. «En la política».