Hasta el año 1994 Cetarsa era casi el único transformador de tabaco en España y tenía en torno al 90% del mercado. Por entonces llegaron tres nuevos operadores privados --WWTE, Taes y Agroexpansión-- y "a partir de 1996 la competencia entre los cuatro transformadores se acentuó, lo que causó un aumento de los precios de compra ofertados a los productores", dice la Comisión.

¿Qué hicieron entonces las empresas? Pues repartirse el mercado y renunciar a hacerse competencia, en detrimento de los agricultores. Pero, fruto del afán de los operadores por ganar cuota de mercado, en los años 1996 y 1997 los acuerdos no se respetaron y los precios crecieron de nuevo. Pero pusieron remedio. "En 1998 los transformadores introdujeron una mayor sofisticación en su cártel mediante la celebración de un acuerdo marco referente al precio medio y a las cantidades, que iba acompañado de medidas específicas para su aplicación y cumplimiento", añade la Comisión en su pliego de cargos.

La sofisticación del cártel provocó una bajada de precios en los años 1998 y 1999, que era lo que querían las industrias. La jurisprudencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas "se opone rigurosamente" a cualquier toma de contacto entre operadores que tenga por objeto "influir en el comportamiento de un competidor actual o potencial".

Todo comenzó el 13 de marzo de 1996 en una reunión en el hotel Intercontinental de Madrid, donde se reunieron los presidentes de WWTE, Taes, Cetarsa, Agroexpansión y Deltafina, además del director de ventas de ésta última. Los directivos de WWTE lo han reconocido ante la Comisión: "La necesidad de contrarrestar el poder conjunto del sector productor y el interés del sector transformador de evitar una guerra de precios provocaron en 1996 el intento de las transformadoras de acordar precios y cantidades". Taes declaró a la Comisión que el objetivo de estas "rondas de negociaciones" eran "evitar la escalada de precios".