Borja Ribero, Miguel Angel González y Obed Santos han quedado en la plaza Mayor de Cáceres para celebrar una asamblea. Ellos no pudieron ir a la manifestación laica de ayer en Madrid, unos por trabajo, otros porque no lo tienen. En cualquier caso, apoyan la protesta contra la visita del Papa. "La JMJ no significa nada para mí, yo no soy católico" afirma Obed, cacereño de 36 años, parado y licenciado en Historia, entre otros estudios. "Me es algo indiferente", dice Miguel Angel, de 36 años, trabajador temporal en el Ayuntamiento de Cáceres.

No les molesta que los jóvenes católicos se congreguen en torno a sus creencias, "el problema es cuando hay intereses económicos de por medio y unas desgravaciones fiscales para las empresas que invierten en esta llegada", asegura Borja, un becario de 25 años licenciado en Antropología y Educación Social.

La demanda de laicismo que proclama el 15-M, según ellos, no pretende denostar las creencias individuales, sino "acabar con un trato de favor que la Iglesia Católica ha tenido durante todo la historia", apunta Borja. "Los concordatos con la Santa Sede que heredamos del franquismo favorecen a la Iglesia y discriminan a otras religiones", dice Obed.

Además, tienen otros motivos para criticar la visita papal. De un lado, "el Papa viene en visita pastoral y se le va a a recibir como un jefe de Estado", aduce Obed, que quiere puntualizar que la manifestación de ayer no era "contra la visita del Papa, sino contra el despilfarro que ésta supone". Los tres coinciden en que el gasto en seguridad es inevitable cuando se concentra tanta gente. "A muchos les escandaliza que instituciones públicas madrileñas cedan gratuitamente instalaciones para alojar peregrinos y que otros hagan negocio con ellas", critica Obed, "o que los peregrinos puedan disfrutar de descuentos del 80% en el metro, cuando su precio se ha subido un 50% este mes", añade.

Critican que la política se mezcle con la religión: "Me asusta que muchas veces se haga política basada en un dogma religioso, mucho más cuando son dogmas de moralidad sesgada y fuera de contexto social", advierte Miguel Angel. "Un claro ejemplo de esto es la ley de matrimonio homosexual. Ellos tratan de impedir que pueda disfrutarse de un derecho", afirma Obed.

A pesar de contrariar un modo de hacer política basada en valores cristianos, aseguran que el movimiento 15-M no es excluyente, sino muy heterogéneo. "Conozco a más de 5 votantes del PP en el movimiento de Cáceres", reconoce Obed, aunque también admiten que el espíritu del 15-M es más bien de izquierdas. "Hay bastantes católicos indignados, no somos comparables con la JMJ, simplemente tenemos una postura diferente en cuanto a religión y Estado", concluye Miguel Angel.