Los rostros eran compungidos y las palabras destilaban resignación. No es la primera vez que el fuego devasta la comarca de Las Hurdes, ni tampoco es una novedad para sus vecinos ver las llamas y el humo acercarse a sus casas. "Me ha traído a la memoria imágenes y sensaciones del pasado, de mi infancia: el chasquido constante de las llamas arrasando todo lo que encuentra en el camino y las lenguas de fuego iluminando el cielo", relataba ayer Santa, una de las vecinas de Vegas de Coria desalojada de la alquería y acogida en el Centro de Menores Isabel de Moctezuma de Caminomorisco. La reactivación del incendio les sacó de la cama, a ella y a sus hijos, a las tres de la madrugada. Una hora después, con nada más que lo puesto y con una de sus hijas --de apenas 12 años-- con fiebre alta, tenían que abandonar su casa y el pueblo como medida de prevención por la intensidad del humo.

"Esto es muy duro, porque hay mucha gente que vive del monte", se lamentaba Eugenia Iglesias, de 82 años, que apenas se atrevía a mirar hacia las enormes columnas de humo negro que desprendía el frente activo que avanzaba hacia Cambroncino, dejando una cortina gris sobre todas las sierras del norte de la región --el humo era visible desde puntos como La Vera, Plasencia o, durante las primeras horas de la mañana, desde Cañaveral--. "Casi sin decirnos nada nos han sacado de allí y nos han montado en autobús", explicaba.

De las cerca de 600 personas desalojadas de las distintas alquerías, en torno a 400 pasaron por el centro de estudios, el centro de menores, la residencia o el pabellón de Caminomorisco. "Tenemos a 234 que van a pasar la noche aquí, ya que muchos se han marchado con distintos familiares que tienen en la zona", puntualizaron ayer por la tarde desde Cruz Roja Extremadura, que se ha hecho cargo de las labores de atención con cerca de 70 voluntarios movilizados. En total, en esas instalaciones contaban con unas 230 camas, además de otras 60 en el pabellón municipal y 100 más preparadas para ser instaladas si fuera necesario.

"Daba miedo, porque el fuego estaba bastante cerca y los pinos están tan próximos a las casas que si llegan hasta ahí todo lo que tenemos se quemará", reconocía Elvira Panadero, residente en Rubiacos. Su pareja solo podía pensar en los animales de su propiedad que había dejado a su suerte en la alquería: "Una cabra ha quedado pariendo. Me pesa mucho no poder ayudarla, pero ¿qué podía hacer yo? Lo primero es que nosotros, las personas, estemos bien".

Un efecto colateral del desalojo fue la suspensión de un campamento de 80 niños, todos extremeños, que iba a comenzar ayer en el centro de estudios de Caminomorisco. Ante la necesidad de utilizar esas instalaciones para atender a los desalojados, la Junta decidió suspender la actividad. El curso de inmersión lingüística ha quedado de momento aplazado hasta el miércoles a la espera de conocer cómo evoluciona el fuego. Aunque muchos de los padres acudieron a Caminomorisco para llevarse a sus hijos a casa, una decena de ellos todavía permanecían ayer tarde en el centro.