Por si no fueran ya suficientes las dificultades administrativas y financieras que está encontrando el AVE en Portugal, se suma una que cobra cada vez mayor peso. Se trata de la inestabilidad del Gobierno luso, dirigido por el socialista José Sócrates. Su partido es el gran valedor del proyecto, rechazado de plano por el grueso de los grupos parlamentarios portugueses y especialmente por las principales formaciones de la oposición: los conservadores del Partido Socialdemócrata y del CDS-PP. Los socialistas gobiernan en minoría y la posibilidad de una moción de censura toma cuerpo semana tras semana ante la fuerte crisis económica que sufre el país. Pero sobre todo se baraja esta opción tras el discurso de investidura del presidente de la República, Cavaco Silva, que criticó duramente la gestión y los proyectos del PS.