La línea dura de Al Fatah no esperó ni al entierro de Yasir Arafat para empezar a cuestionar la moderación con la que parece que el nuevo dúo de dirigentes palestinos --Mahmud Abbas y Ahmed Qurei-- pretenden dirigir la OLP y la ANP. Al Fatah apostó por el equilibrio entre su distintas corrientes y eligió como presidente al duro Faruk Kadumi, mientras que el favorito de la calle palestina, Maruán Barguti, hizo un llamamiento, desde la cárcel en la que cumple cinco cadenas perpetuas por asesinato, para continuar con la Intifada.

"Debemos mantenernos fieles a nuestros principios y a los valores nacionales a los que nuestro líder mártir consagró su vida", dice en una carta que sus abogados hicieron pública ayer. Una posición idéntica a la de Kadumi, el histórico cofundador de Al Fatah que se negó a ceder su derecho a sustituir a Arafat --era el número dos del partido--, como habrían querido Abbas y Qurei.

Y es que Kadumi es uno de los máximos exponentes de la línea dura de Al Fatah. Ayer, citando el legado de Arafat afirmó que "la resistencia es el camino para alcanzar un acuerdo político".

Desde Gaza, los portavoces de Hamas y la Yihad Islámica insinuaron a este diario que la OLP debe compartir el poder con los islamistas, sumamente populares en los territorios.