El PP se esforzó ayer por transmitir la imagen de que el paso a la oposición no le ha mermado el ánimo, pese la desazón y malestar que muchos diputados reflejaban en los pasillos por la nueva situación. De cara a la galería, los populares actuaron como una piña: acompañaron la intervención de Mariano Rajoy, con constantes aplausos y recibieron a José Luis Rodríguez Zapatero con incesantes abucheos.

Las referencias de Zapatero a la cultura como futura política de Estado desataron las primeras pataletas. En especial, cuando el líder socialista anunció que apoyará la creatividad de cineastas y artistas en general, sector que fue fundamental para la movilización de la sociedad contra la guerra de Irak. Pero el mayor abucheo se produjo cuando Zapatero se comprometió a no utilizar el terrorismo en el debate partidista.

El presidente saliente, José María Aznar, siguió el debate con cara larga, imperturbable. Casi todo el tiempo se mantuvo de brazos cruzados. No ovacionó junto a sus correligionarios a Rajoy. Sólo se dignó a ponerse en pie como los demás y dedicarle un aplauso desganado de dos simples palmadas al sucesor cuando éste concluyó su réplica.