La familia y los amigos de Javier Aguirre, militar de 25 años y una de las víctimas del talgo de Chinchilla, llevaban días sin dormir. "Es imposible conciliar el sueño cuando muere un ser querido y no sabes si encontrarán sus restos", reflexionaba ayer un allegado tras el entierro en Cartagena, al que asistieron 500 personas. Todos descansan ya en paz. "En paz pero sin olvidar", matizó un amigo del alférez fallecido, que también perdió a un compañero en el avión militar de Turquía.

Los 19 muertos en el accidente ferroviario ya reposan en sus lugares de origen. Los entierros fueron multitudinarios en Murcia (nueve víctimas, tres de ellas de Cartagena), Madrid (cuatro), Alicante (dos, entre ellos José Castillo Ruiz, de 39 años, natural de Terrassa), Valencia, Cádiz, Zaragoza, Avilés y Ciudad Real.

La mayor tensión se vivió en Murcia en el entierro de José Manuel Egea, el maquinista del talgo, al que acudió el secretario de Estado de Infraestructuras, Benigno Blanco. Al acercarse a la viuda fue objeto de algún reproche. "Los políticos sólo venís a por la foto", le dijo un familiar.

El misterio sobre las tres personas desaparecidas, entre tanto, tiene una pista fiable. Joaquín López Bermúdez, un murciano que resultó ileso, dice que vio bajar del tren a tres asiáticos, cuando en la lista oficial sólo aparecen dos. "Al salir del tren me encontré con un chino joven. Renfe nos llevó a Chinchilla en una furgoneta".

Fuentes de la investigación creen ahora que las tres personas que compraron un billete para el talgo y de las que aún no se tiene noticia pudieron salir ilesos o heridos leves y marcharse por su propio pie. Se cree que podrían ser sin papeles que no quieren problemas.