Con mucha incertidumbre pero con precauciones. Esa es la situación de la mayoría de los propietarios de bares, restaurantes y cafeterías de más de 100 metros cuadrados a 10 días de que finalice el plazo para cumplir con las exigencias de la llamada ley antitabaco. Muchos han realizado reformas, otros aún no saben qué hacer a pesar de la campaña de información realizada por la Junta de Extremadura y algunos esperan aprovecharse de los vacíos legales de la normativa.

"La ley tiene muchas lagunas, por eso estamos pendientes de que cambie y no sea tan estricta", afirma Diego Monroy, responsable del restaurante Yet en Cáceres. Ellos ya tienen espacios acotados por pequeñas paredes donde sí se puede fumar, pero "a partir de septiembre el local será un espacio sin humo, aunque esperamos poder acomodar el restaurante para los fumadores. Cada vez hay más personas que dejan el tabaco y aún existe un alto porcentaje de fumadores. Nosotros no queremos perder clientes".

Por su parte, José Luis Infante, dueño del café bar Oasis, asegura que las cosas no cambiarán. El permite fumar y, "si en septiembre viene una inspección y me obligan a habilitar un espacio para los no fumadores, simplemente estableceré una zona del restaurante y así evito el problema".

En Plasencia, Diego y José llevan 11 años al frente del restaurante Los Monges. Ellos se han adelantado a la legislación aprovechando que el local, de 250 metros cuadrados, necesitaba ciertas reformas, informa Raquel Rodríguez. Las obras están terminadas: han creado una recepción que funciona como distribuidor y el salón se ha dividido en tres: uno para raciones, cafés y menús del día; otro para comer a la carta, y otro para banquetes y convenciones. La infraestructura está lista, pero no tienen claro como deben adaptarse a la nueva ley. Así permanecen pendientes del Boletín Oficial del Estado para saber qué hacer exactamente.

El restaurante italiano Bocaccio, de Badajoz, también ha realizado mejoras. Su encargada, Pilar Antúnez, explica que el local se adaptó hace algunos meses a la ley antitabaco con un tabique y sistemas de ventilación independientes. Aún así, lamenta que son muchos los inconvenientes, como que "los menores de 14 años no pueden entrar en los espacios con humo porque nos pueden multar, y los padres optan por no venir". Según informa Nieves Silvero, otros negocios han buscado la picaresca, ya que la barra, la cocina y las mesas no entran en el recuento de metros. Así, han construido tabiques o han puesto muebles para no llegar a los 100 metros.

En Mérida, Manolo trabaja como relaciones públicas del mesón El Yate. Ellos van a destinar un comedor pequeño y la cafetería --200 de los 700 metros cuadrados del establecimiento-- como espacio para fumadores y sabe que se verán obligados a contratar más empleados a pesar de que "como después perdamos clientela, perderemos trabajadores". Tampoco sabe qué va a pasar con las bodas, porque a partir del 1 de septiembre no se podrá fumar en los banquetes. "Es muy barato recetar en este país, pero no hay subvenciones. Si quieren quitar el tabaco, que lo quiten de los estancos, que corten de manera radical", se queja.