Acaba de volver a España tras vivir desde mayo en El Aaiún y ha tenido en vilo a media España con sus testimonios como activista de la causa saharaui durante el último conflicto provocado por el desmantelamiento del campamento Dignidad, por la policía y el ejército marroquís. Javier Sopeña, pacense de 25 años, informático y titulado en Inglés y Alemán por la Escuela de Idiomas, ha permanecido escondido y protegido por familias saharauis durante la última semana.

El pequeño de tres hermanos, siempre fue decidido y apasionado para aquello que captaba su interés, según su madre, María Luisa Sopeña, auxiliar de Enfermería en el hospital Infanta Cristina, quien si se le pregunta por otras aficiones de su hijo, se decanta por "los temas sociales; desde muy joven fue voluntario a campamentos de hijos de inmigrantes".

Estudió informática en el Colegio Virgen de Guadalupe, en su ciudad. Obtuvo una "eurobeca para trabajar como informático en Londres y a su vuelta trabajó en Madrid, hasta que volvió a Badajoz para trabajar en Indra, hasta mayo pasado, cuando pidió una excedencia de dos años para ir a vivir a El Aaiún con sus ahorros.

Sopeña cofundó la oenegé Sáhara Thawra hace un año en Madrid. ¿La razón de su interés por Sáhara Occidental y la causa saharaui? Su madre y su amiga Candela inciden en que se debe a "una curiosidad histórica que lo absorbe". Desde que conoció la situación del país, que España fue la potencia colonizadora y administradora, la invasión por Marruecos con la Marcha Verde, los campamentos de refugiados en Argelia..., sintió curiosidad y viajó a menudo a los campamentos de refugiados a El Aaiún, "ciudad que conoce a la perfección", explica María Luisa. Allí ha permanecido desde mayo "para ver cómo se vive y qué sucede para contarlo".

Su trabajo y el de otros compañeros ha permitido que llegara a España la poca información sobre los sucesos del Sáhara, pues Marruecos no ha permitido entrar a la prensa internacional y ha vetado especialmente a la española. Hasta que tuvieron que esconderse y denunciar que temían por su vida para que el Gobierno español lograra garantizar su seguridad.

Pero esta labor ha sido una prolongación de la desarrollada desde meses antes, de la que informaba en su web. En julio pasado, explicaba en la misma: "Mi labor aquí consiste en apoyar a los activistas saharauis y ello incluye misiones de acompañamiento con delegaciones saharauis que vuelven a los territorios después de haber viajado a los campamentos de refugiados". Y contaba cuanto les ocurría: relaciones, intervenciones policiales, el miedo y la ansiedad de los niños en sus casas ante la presencia de las fuerzas de seguridad, enfrentamientos y detenciones.