Los jóvenes extremeños de 14 a 18 años que consumen drogas lo hacen, sobre todo, por tener nuevas experiencias y por divertirse, pero son conscientes de los efectos que causan, aunque sólo sea a corto plazo.

En este sentido, y según detalla la Encuesta sobre drogas a la población escolar del año 2004 , siete de cada diez jóvenes están convencidos de que a largo plazo el consumo habitual de alcohol no les generará demasiados problemas. Uno de cada cuatro opina de manera similar en cuanto al tabaco y los tranquilizantes, mientras que la tasa se reduce hasta el 22% en el caso del cannabis. Uno de cada diez considera que no es peligroso el consumo habitual de sustancias como el éxtasis, la cocaína y la heroína.

Para el secretario técnico de Drogodependencia del Servicio Extremeño de Salud, Juan Carlos Martín Araujo, "uno de los problemas más importantes es la bajísima percepción de riesgo" a pesar de que "nunca hasta ahora había habido tanta información para los consumidores".

Esto coincide con la valoración que hacen los propios jóvenes sobre la información que reciben en materia de drogas. Un 87,4% reconoce que está suficientemente o perfectamente informado.

Quizás uno de los puntos más reveladores de la encuesta sea el que se refiere a las causas por las que consumen drogas y a los efectos que ellos perciben en la ingestión de estas sustancias. Así, por ejemplo, afirman que fuman porque les gusta y les relaja, a pesar de que son conscientes de que es un hábito nocivo para la salud.

Análisis propio

Por lo que se refiere al alcohol, declaran que les gusta su sabor y les ayuda a divertirse, olvidar sus problemas y superar la timidez. A cambio asumen la posibilidad de una resaca, mareos, vómitos, la pérdida de control y un mayor riesgo de sufrir accidentes de tráfico.

Tanto las motivaciones como los efectos cambian cuando se trata de drogas ilegales, pero todas tienen algo en común: Atraen a los jóvenes porque prometen nuevas sensaciones...pero a veces acaban provocando problemas económicos y de salud.

De esta forma, los chicos llegan al cannabis cargados de curiosidad y con ganas de nuevas sensaciones y diversión. A corto y medio plazo sufren, según ellos, pérdida de memoria, sensación de tristeza y dificultad para estudiar. En la cocaína y las drogas de diseño desembocan , asimismo, para conseguir permanecer despiertos durante más tiempo y bailar durante toda la noche. Los problemas para dormir, la fatiga y la irritabilidad son sus consecuencias.

Pero si se analiza el consumo de estupefacientes a corto plazo, su efecto más inmediato es que dispara las conductas de riesgo de forma brutal. La más conocida es sin duda la que se genera al conducir bajo los efectos del alcohol. El año pasado uno de cada cinco chicos de 14 a 18 años afirmaba que o bien había conducido estando bebido o bien había montado en un coche manejado por alguien que había consumido alcohol.

Martín Araujo añade otra perspectiva, la del sexo, y recuerda que hay estudios al respecto que avalan que la llamada negociación de preservativo depende en gran medida del consumo de alcohol. Es decir, si no se ha bebido nada los dos miembros de una pareja están dispuestos a utilizar un condón, "pero con 3 o 4 copas hay que olvidarse casi del tema". "Al final asumen conductas de riesgo que en un estado normal no las aceptarían", concluye Martín Araujo.